Los Llanos de Guanare, Ospino y Araure en la Gesta de la Independencia
Armando González Segovia
La guerra de independencia es una etapa histórica venezolana de la cual queda aún por investigar muchos aspectos. Pocos estudios se han realizado sobre su desarrollo en los llanos. En el caso de la cuidad de Guanare y al igual de tantas otras poblaciones lo abordado toca principalmente lo épico, para efectos de esta aproximación interesa otros aspectos que pueden clarificar la dinámica conflictiva no solo en el campo de batalla, sino también en la sociedad.
A pesar del conflicto bélico los pueblos seguían viviendo, para ello
debían producir sus alimentos, seguían comerciando lo que no consumían.
Continuaban practicando sus creencias religiosas, ya fuesen las impuestas como
el catolicismo o las que no permitida por el Estado metropolitano. Los trabajos
cotidianos permanecían en práctica: el ordeño, la herrería, los zapateros.
Igual ocurre con las faenas domésticas asignadas al género femenino: cocinar,
planchar, lavar, eran actividades
frecuentes que no dejaron de practicarse. Al margen de la epopeya la vida común
seguía. Velozmente paso la campaña de 1813, llamada Admirable, y la Batalla de
Araure en un día, pero la vida seguía con diversas circunstancias.
Desde los inicios de la gesta se siente la presencia de Araaure y Guanare.
Para diciembre de 1810 las fuerzas del marqués del Toro en el asedio al cabildo
de Coro quienes no aceptaban la autoridad de la Junta Suprema pues apoyaban a
la Regencia.[1]
Busca apoyo de la villa y la ciudad.
Asimismo en los momentos de la búsqueda de apoyo económico los habitantes
de la zona de los llanos aportaron fuertes sumas de dinero. Informa José Cortés
de Madariaga que en San Carlos dieron un aporte de 465 pesos para la causa
patriota,[2] y
luego otro “donativo” de 586 pesos y dos reales, entre los que se hallan 145
pesos de Tinaco, 20 de Lagunitas y 8 de Cogede [sic].[3]
En el mes de enero de 1811 se refiere que Don Candelario Quintero, vecino de la
villa de Ospino, contribuyó con 1.000 pesos a la causa patriota.[4]
Para el 15 de febrero de ese mismo año 1811, el Capitán Juan José Cruces de la Compañía de Milicias Regladas
de la Villa de
El Pao, “ha hecho al Estado el generoso donativo de 400 pesos”;[5]
para agosto de ese año se presentan los “donativos” que el partido capitular de
Araure ha hecho a la causa pública 250 pesos, en Acarigua se recolectaron 68
pesos y 10 reales;[6] en
Guanare, para noviembre de 1811 estos “donativos” alcanzaron la cantidad de 905
pesos 6 ½ reales.[7]
Como se observa, el tema de estructurar un gobierno requería de apoyo
financiero que lo sustentara, ya que las acciones tenían un costo que cubrir.
Por ejemplo, el ejército imprescindible en cualquier Estado, necesita comer y
vestirse todos los días, lo cual resulta costoso, y en este orden de cosas,
todas las acciones de la estructura de gobierno.
Por supuesto que había que optimizar la comunicación estratégica a través
del correo, por este motivo el Superintendente General de Correos, Santiago
Cierco, crea nuevas oficinas en Villa de Cura, San Sebastián de los Reyes,
Ospino, Cagua, Guacara, San Mateo, Quíbor y Nirgua, siendo necesario cubrir los
gastos que genera, porque el erario nacional no los posee, solicita también que
se aumenten en La Victoria ,
Villa de Cura, San Mateo, Turmero, Maracay, Guacara, Valencia, Puerto Cabello,
San Felipe, San Carlos, Guanare y Araure “a imitación de los portes se pagan
por las demás Subalternas que son a real la carta sencilla, a dos la doble, a
tres la tripe y a quatro [sic] cada onza” con la intención que “florezca
nuestro comercio”; meses antes se informó que en el correo de Barinas se
recibió el Oficio de la Junta
de Cartagena, acerca del estado de aquella plaza.[8]
Se informa que para esta fecha ya han sido establecidos los correos que
saldrán de Caracas con destino a las llaneras tierras de Barinas, cuatro veces
al mes, los días: 7, 15, 23 y último y llevarán y traerán correspondencias para
“las estafetas de San Carlos, Guanare, Araure, Ospino, Barinas, Mérida y las
Provincias del reyno [sic] de Santa Fe”.[9]
Es necesario legitimar el gobierno asumido en abril y se plantea la
conformación de un Congreso Constituyente. Se van eligiendo diputados desde
finales de 1810 hasta inicios del año siguiente. Se establecen los diputados
que corresponden a cada uno de las Provincias de Venezuela, de acuerdo a la
población: Caracas, 24; Barinas, 9: Cumaná, 4; Barcelona, 3; Mérida, 3;
Trujillo, 1; Margarita, 1.[10]
Para el 23 de octubre de 1810 se publica la lista de elecciones parroquiales en
San Sebastián, Guanare, Quiripa, Parapara, Ortiz, María, Valencia y San Felipe.[11]
Para el 23 de octubre de 1810 se publica la lista de elecciones
parroquiales en San Sebastián, Guanare, Quiripa, Parapara, Ortiz, María,
Valencia y San Felipe.[12]
Al instalarse el Congreso el 2 de marzo del año 1811, “con la finalidad
de perpetrarse en una soberanía que solo pertenece al pueblo” porque para ese
día “ha sancionado irrevocablemente los destinos de Venezuela” con los dos
tercios que era necesario, estando como diputado por Achaguas el señor Juan
Nepomuceno Quintana; Barinas, Ignacio Fernández; Barquisimeto Domingo Alvarado
y José Ángel Álamo; Caracas, Lino Clemente, Fernando del Toro, Nicolás Castro,
Gabriel Ponte, Isidoro López Méndez y Luis José Rivas Tovar; Calabozo, Juan
Germán Roscio; Cumaná, José G. Alcalá; Cumanacoa, Juan Bermúdez de Castro;
Guasdualito, Ramón Ignacio Méndez; Guanarito, José Luis Cabrera; La Grita , Manuel Vicente Maya;
Guanare, José Vicente Unda; Margarita, Manuel Palacio Maneyro; Nirgua, Salvador
Delgado; San Sebastián de los Reyes, Francisco Javier Uztáriz, Martín Tovar
Ponte y Felipe Fermín Paúl; Valencia, José Luis Casorla, Fernando Peñalver y
Manuel Moreno Mendoza; Paria, Mariano de la Cova ; Villa de Cura, Juan de Escalona; San
Felipe, Juan de Maya; Ospino, Gabriel Pérez de Pagola; y San Carlos, Francisco
Hernández.[13]
Estas municipalidades conformaban las provincias de la Confederación de
Venezuela.
Las intervenciones de los diputados por Araure y Guanare, Francisco
Javier Yanez y José Vicente Unda, son representativas de las discusiones que se
desarrollan en el seno del Primer Congreso de Venezuela.
Pero las contradicciones ocurren frecuentemente. Se dice que el Capitán
Juan José Cruces es traidor bajo la acusación de haber pasado un batallón de
caballería a las fuerzas realistas en el combate de Los Colorados en 1812, hecho
incierto a la luz de la documentación de Bolívar, quien refiere en 1813, en el
combate de Desembocadero, cerca de Guanare en las riberas del río del mismo
nombre, donde la caballería
patriota cargó sobre los realistas a toda velocidad, y a pesar que los enemigos
“desplegaron toda la carrera de sus caballos, desde antes de pasar nosotros el
río, que siendo bastante caudaloso nos detuvo un gran rato, no pudieron
escaparse”. Allí las bajas militares fueron realistas, según explica Bolívar:
“De nuestra parte no hubo novedad alguna: pero sí la
tuvieron los enemigos, que perdieron las armas y tres oficiales europeos; entre
ellos el Comandante de la
Avanzada Capitán Montalvo, el mismo que pasó nuestra
caballería del Pao al ejército de Monteverde en la Batalla de San Carlos [sic]; ya este indigno ha pagado su
delito con la vida...”[14]
Esto aclara la posición de Cruces quien por testimonio del Libertador es
liberado de toda sombra de duda. Si estos sucesos conllevan un alto valor, otro
tanto ocurre con próceres poco conocidos que la documentación refiere, entre
ellos el de un civil habitante de Guanare que hace pública una proclama a favor
de la independencia, Josef Antonio Huizi, mientras que en Ospino hace otro
tanto Rafael Páez.
Josef Antonio Huizi era un europeo residente en Guanare, quien refiere
que es un día feliz y festivo aquel cuando se trasmitía la noticia de la
“Independencia Absoluta” hecha por el “Congreso General de la Nación junta en las
Primeras Cortes de Venezuela” para prestar el Juramente prescrito “que es el
complemento del 19 de abril, en que por vuestra Capital, como benéfica de
Madre, se dio principio a vuestra regeneración política”, porque ya la justicia
no se ejercerá sino para “desenterrar la ociosidad y los vicios que son el deshonor de la
República civil y Cristiana”. Asimismo se promoverá la
industria, artes y ciencias “para difundir la Ilustración de que
ahora habéis carecido” fomentando la agricultura y el comercio “y
recíprocamente auxiliados vais a hacer que en vuestros territorios incultos
hasta ahora nazca la abundancia para la felicidad común”, recordando:
“Si amados Guanareños, sí
os habla y persuade un anciano Europeo quebrantado de salud y cercano a los
umbrales de la muerte en agradecido recuerdo de la consideración y aprecio que
os ha merecido en los 30 años que tiene el honor de haber vivido con vosotros
que no aspira otra cosa que vuestra felicidad y la de vuestra confederación
general como quien os deja una posteridad de tres hijos”.[15]
Al igual ocurre con Rafael Páez, quien escribió que entró a Ospino el 27
de agosto de 1811, y fue recibido con júbilo por este vecindario, solicitando
un Cabildo abierto para tratar el tema de la Independencia , y
allí propuso “que se hiciesen fiestas cívicas y de Iglesias en acción de
gracias y juramento de nuestra justa y absoluta Independencia”. Así lo acordó
el Cabildo: iluminar en la noche la Sala Consistorial ,
el portal de la iglesia así como el resto de la plaza, también cada se instruyó
a cada vecino para que iluminase la parte de su casa y, para el 1º de
septiembre, se realizó la celebración solemne en la Iglesia “con vísperas,
mítines, misa solemne, Sermón y Te Deum,
publique nuestra Absoluta Independencia en el medio de las esquinas y la plaza”
donde “en altas e inteligibles voces la mayor parte del pueblo que presenciaba
el Acto sobre los Derechos del Hombre, nuestra justa causa, las razones que
tenemos para aclamar nuestra precipitada independencia y obediencia a nuestro
legítimo Gobierno”, dándose un paseo por el pueblo con la bandera nacional,
mientras gritaban “Viva el Supremo Gobierno de la Nación”.[16]
Pero la vinculación con el Estado que lucha por forjarse se percibe en
las instituciones que se crean. Al nombrarse la nueva Cámara de Representantes
de la Provincia
de Caracas, basado en los “arreglos” del Reglamento del 12 de diciembre de
1811, fueron electos por Caracas: Miguel José Sanz, Pedro Gual, J. A.
Montenegro, Ramón Cádiz y J. M. Gragirens; por Puerto Cabello, Pedro Herrera;
por Valencia, J. Vicente Mercader y Miguel Peña; por El Tocuyo, Rafael
Escalona; por Barquisimeto, Juan Blanco Plaza; por Carora, Juan Blanco Plaza;
en la zona de los llanos se reseña por Guanare, Gabriel García Castro; por San
Carlos, Vicente Gómez; por San Sebastián de los Reyes, Simón Gamarra y Miguel
C. Galvan y por Villa de Cura a Luis Peraza.[17]
El caso de monseñor José Vicente de Unda, de indiscutibles méritos
humanos, tomado como ícono de la independencia en la llanera Guanare, firmante
por aquella ciudad en la discusión sobre la absoluta Independencia el 5 de
julio de 1811, que: “No es mi ánimo entrar a demostrar la justicia, la
necesidad; y la oportunidad en que nos hayamos de declarar la independencia”.
Sin embargo: “Dos cosas solo deseo; la primera que mi estado no me preocupa
ciegamente a favor de los reyes ni contra la felicidad de mi Patria y que no
estoy imbuido en los prestigios y antiguayas que se quieren oponer contra la
justicia de nuestra resolución que conozco”, razón por lo que “Guanare a quien
represento no se tenga por obstáculo para la independencia cuando se crea necesaria”
puesto que “en nada se opone esta al juramento que hemos prestado como
Diputados y quando [sic] subscribo á ella es porque estoy cierto que los
habitantes de Guanare, aunque distantes del centro de las luces y la
ilustración, son dóciles al bien, conocen los males y, los inconvenientes de un
gobierno lejano y desean gozar de las ventajas de una administración libre,
enérgica, inmediata y capaz de conocer los verdaderos intereses del pays [sic]
que gobierna” sin dudar que “bajo estos datos garantizo la voluntad de Guanare
á favor de la independencia supuesta la sanción del Congreso sobre su necesidad
y oportunidad. Suscribo, pues, a nombre de Guanare á la independencia de
Venezuela”.[18]
No se percibe en el texto sombra de duda. Clara posición a favor de la
independencia, cuando otros muchos vacilaban, estaba el prelado consciente de
cuánto significaba su postura en 1811. A la rebeldía siguió el arrepentimiento,
a la hora del Juicio de Infidencia, el 3 de febrero de 1813, alega que jamás le
negó la obediencia al “legítimo Monarca”, porque aduce que él “nunca se había
aplicado a estudiar los sistemas de Gobierno y menos los derechos de los
constituyentes; que había vivido siempre con la gran satisfacción de ser
súbdito de los Reyes católicos de España”.
Monseñor Unda afirmó que apenas había visto los papeles sobre los
acontecimientos de Aranjuez de 1808 “que lo interesaron en lo adelante su
persona para pensar y suspirar por la conservación e incolumidad del señor
Fernando Séptimo”, así que “creyó no había nada más propio de su carácter que
obedecerlo indicándole este partido la necesidad, la razón, la prudencia y el
ejemplo de otros que miraba con mayor respeto” y abjura de su condición porque
“esta circunstancia y la de haber tenido la desgracia de ser nombrado Diputado
en el Congreso por la ciudad de Guanare le hizo adquirir la opinión de
patriota, bien que nunca ha creído que ésta sea la aplicación que merece la
execración de los buenos españoles, hombres cristianos y sensatos...”[19]
Clara la posición del padre Unda en 1811 e igualmente clara en 1812, a
favor en la primera oportunidad y en contra de la independencia en la segunda.
Inicialmente no hay duda de la necesidad política, de la oportunidad y es
precisamente Unda uno de los primeros que asume a nombre de Guanare la
independencia, el 4 de julio de 1811, percibió la “necesidad y oportunidad” del
momento. Después, el 30 de noviembre de 1812 ante Pedro Benito y Vidal y el
doctor Pedro Martínez, hace uso del sentido de “oportunidad” y cuando se le
acusa de participar en el movimiento, afirma que siempre fue un súbdito leal a
los Reyes Católicos,[20]
por eso esgrime el argumento de la prudencia y el engaño de que fue víctima por
parte de los patriotas y que la situación no era fácil, de ser condenado como
infidente perdería todo cuanto tenía y podía ser condenado a secuestro de
bienes, destierro, azotes o pena de muerte, según la gravedad que se le
comprobase, era pues una posición que cualquier humano habría tomado de
defenderse por los medios que tuviese a la mano.
Por eso los hermanos José Vicente y José Antonio Unda fueron exonerados
del delito de infidencia,[21]
porque volvieron a reconocer al Gobierno del Monarca español y en adelante “se
dedicaran en lo adelante a consolidar la extinción de la discordia y la
rectificación de las opiniones erradas que hayan podido introducirse”, como
afirma la Causa
de Infidencia. No son situaciones extrañas en la época ya que la mentalidad
monárquica-realista era sustentada principalmente por la iglesia católica y las
fuerzas opresivas militares.
Consideraciones finales
Aún queda mucho por investigar en cuanto al proceso de independencia en
los llanos y con relación a la dinámica de las localidades es más notorio la
deficiencia ya que la mayoría de las referencia se realizan en base a los
hechos épicos que si bien son importantes, también es necesario la
clarificación de los contextos cotidianos que permitieron la gestación de la
mentalidad patriota, tanto a la fragua de la gesta misma como al establecerse
en Estado republicano. Estas notas intentan referir algunos de lso aspectos
donde la ciudad de Guanare participó y colaboró en la gestación de la
república.
Sucesos y próceres poco conocidos que deben abordarse desde el estudio
sistemático que permiten la comprensión de los hechos ocurridos, así como la
posición del Estado español que debió manifestar su posición en defensa de sus
intereses, a través de los representantes locales y de una consolidada idea de
mentalidad goda. Cómo se concreta el cambio de una posición a otra es un aporte
que puede ser aclarado con investigaciones que puedan percibir las
contradicciones internas y las salidas que a ellas se consiguieron.
[1] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 9, 4 de diciembre de 1810, p. 4.
[2] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 140, 1 de febrero de 1811, p. 4.
[3] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 149, 5 de abril de 1811, p. 4.
[4] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 138, 18 de enero de 1811, p. 4 y Nº
17, 29 de enero de 1811, p. 4.
[5] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 142, 15 de febrero de 1811, p. 4.
[6] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 47, 27 de agosto de 1811, p. 4.
[7] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 370, 1 de noviembre de 1811, p. 4.
[8] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 46, 20 de agosto de 1811, p. 4 y N°
14, 8 de enero de 1811, p. 1.
[9] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 48, 3 de septiembre de 1811, p. 4.
[10] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 20, 19 de febrero de 1811, p. 4.
[11] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 3, 23 de octubre de 1810, p. 4.
[12] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 3, 23 de octubre de 1810, p. 4.
[13] Gazeta [sic] de Caracas. Nº 22,
5 de marzo de 1811, p. 3.
[14] Simón Bolívar. Escritos del Libertador. Caracas, 1968, T. IV, p, 339,
340.
[15] Gazeta
[sic] de Caracas. Nº 370, 20 de septiembre de 1811, pp. 1,
2.
[16] Gazeta [sic] de Caracas. Nº
378, 8 de noviembre de 1811, p. 3.
[17] Gazeta
[sic] de Caracas. 25 de febrero de 1812, p. 4.
[18] Intervención de Monseñor José Vicente de Unda en la Sesión del 5 de julio de
1811, en: El libro Nacional de los Venezolanos/ Actas del Congreso Constituyente
de 1811. Caracas, 1911, pp. 68, 69.
[19] Causa de Infidencia contra el Doctor José Vicente y José Antonio Unda
(1813), en: Causas de Infidencias. Caracas, 1960, Vol. I, p. 404.
[20] Ibid.
[21] “Vistos de conformidad con lo representado por el señor fiscal se
declara no a lugar a continuar este procedimiento contra los presbíteros doctor
José Vicente Unda, y el bachiller José Antonio Unda, y que en esta virtud
restituirse al pueblo de su domicilio, esperando de ellos este Superior
Tribunal, que así como contribuyeron el orden en Guanare, y se volviese a
reconocer el legítimo Gobierno, se dedicaran en lo adelante a consolidar la
extinción de la discordia y la rectificación de las opiniones erradas que hayan
podido introducirse...”. Ibid. p. 437.
No hay comentarios:
Publicar un comentario