Batalla de Araure

Batalla de Araure

jueves, 17 de octubre de 2013

Batalla de Araure [Historia]

La Batalla de Araure
por Wilfredo Bolívar


FUENTE:
Wilfredo Bolívar, “Araure, una historia para la Historia", Maracay: 1984, Editorial el Aragueño, Capítulo V, ps. 129-184.  


Antecedentes de la Batalla

Como expresó el historiador ecuatoriano Alfonso Rumazo González, la “ruta de fuego” de la Campaña Admirable, no libera totalmente el territorio de Venezuela. Primero, porque la marcha acelerada de las operaciones había dejado sin defensas la retaguardia del territorio;y segundo, por la creencia en Bolívar que el pueblo venezolano correspondería al gigantesco acto heroico emprendido desde Nueva Granada. No correspondió. Como dirá el Libertador años después, el amor a la independencia y a la libertad no se había generalizado todavía 3; y el temor impuesto por los españoles obligaba y oprimía a los indefensos pueblos.



Eran varios los matices del año trece. El hecho de que Venezuela era un país roto en tres partes: Maracaibo, Coro y Puerto Cabello realistas, obligaba a Bolívar a continuar la lucha. La Provincia de Barinas y Caracas eran suyas, mientras Cumaná y Barcelona lo eran del “Libertador de Oriente”, Santiago Mariño. Ambos, aunque Libertadores, no se habían unido en una sola fuerza, y estas debilidades constituían materia provechosa para los realistas, quienes se animaban con todas las ocurrencias políticas sucedidas en España y sus incidencias en la antigua Capitanía General venezolana.

Las noticias de Europa no eran muy alentadoras  para los patriotas. Bonaparte ha sido expulsado de Madrid, Wellington y los ingleses han infringido derrotas decisivas a los franceses en Vitoria, y la Península, al verse a punto de ser librada por los invasores, preparará el retorno al Rey, lo que supondría un fortalecimiento de la Monarquía, tanto en España como en América.

Los realistas envalentonándose con tales noticias se agrupan mejor. Coro, Maracaibo y Puerto Cabello serán fortalecidas por Monteverde, mientras José Yáñez opera en San Fernando de Apure para avanzar al centro del territorio.

Bolívar, tomando en cuenta la escasez de contingente, trata de establecer negociaciones con Monteverde a fin de canjear prisioneros de ambos bandos. Eran casi cuatro mil realistas y unos ciento veinte soldados republicanos4 encerrados en los pontones y castillos. Entre los prisioneros realistas estaba el Capitán Francisco Mármol, quien estuvo destacado en la Villa de Araure por órdenes de Monteverde5. Pero estas transacciones se harán difíciles y la guerra no puede esperar.

Simón Bolívar reorganiza el Ejército y comienza a destacar guarniciones defensivas en diferentes poblaciones. Urdaneta irá a Valencia, Tomás Montilla a Calabozo, Campo Elías al Tuy, Florencio Palacios a Guanare y García de Sena a las regiones de Barquisimeto con vistas a un avance sobre Coro y Maracaibo6. La Villa de Araure ha quedado parcialmente protegida. Con estas pocas fuerzas lo que puede hacerse es sostener las acciones en el Centro, Occidente, y el Sur de Caracas, mientras los Libertadores de Oriente cooperan con algunas tropas para enfrentar a un nuevo caudillo que ha nacido en los llanos: José Tomás Boves. Entre agosto y septiembre de 1813, Bolívar actúa personalmente en el sitio contra Monteverde en Puerto Cabello, junto al heroico Atanasio Girardot y Rafael Urdaneta.

Puerto Cabello se hará difícil. Los españoles del lado del mar se mueven libremente. Mientras Monteverde fusila prisioneros, los patriotas apresan españoles. Se insiste en el canje de prisioneros: sin resultado. Se intentan asaltos, sin éxito. Estamos a fines de agosto de 1813 y la victoria parece lejana. A sólo veintidós días de sitio, una fuerza española de 1.200 hombres del Regimiento de Granada, al mando del Coronel Salomón, fondea sus naves en Venezuela el 14 de septiembre de 1813. Bolívar ordena la retirada y viaja a Caracas.

En la capital, el Libertador prepara tropas al mando de reclutas, y espera hacer una batalla campal, es el último riesgo y recursos que le queda. La Batalla se da en Bárbula el 30 de septiembre, y en ella se inmortaliza el joven antioqueño Atanasio Girardot. Otra batalla se libra el 3 de octubre: Las Trincheras, y la derrota de Monteverde es contundente. Herido de un balazo en la quijada, tendrá que alejarse del escenario de la guerra, dejando en el mando al Coronel Salomón.

¿Qué pasaba en Occidente y el Sur?

García de Sena en Barquisimeto había destruido a Reyes Vargas, Torrellas y Quintero el 12 de septiembre en Cerritos Blancos; mas, en cambio, el realista Yáñez, después de derrotar al Coronel Taborda el 29 de septiembre en Achaguas, se hacía sentir ya en las regiones inmediatas a Barinas y Guanare. Por su parte, pese a los éxitos del Coronel Tomás Montilla en Calabozo, el Coronel Padrón, patriota, después de dejarse sorprender en Santa Catalina, dejaba un poco libre la ofensiva hacia los llanos occidentales7.

Todos estos combates asoman una posibilidad: José Ceballos con sus tropas de Coro podría concentrarse en Barquisimeto junto a Yáñez con los contingentes de Apure y Barinas. Bolívar está atento. Manda a Urdaneta y a Campo Elías contra Boves, y él avanzará al sur si se produce esta victoria. Esta se da el 14 de octubre y Bolívar avanza hacia Barquisimeto para tratar de dominar la situación creada por Ceballos.

El 10 de noviembre en la madrugada, avanza desde Cabudare en busca del enemigo que está a pocos kilómetros en Barquisimeto. Lleva 1.200 infantes, 350 jinetes y dos piezas de artillería, y tendrá que batirse contra 1.700 infantes realistas, y 200 jinetes al mando del Brigadier Ceballos8.

Las fuerzas realistas son algo mayores, y el Libertador, confiado, sufrirá la primera derrota de su para entonces corta carrera militar. Cuando el combate está en su apogeo, y la infantería patriota hace vacilar al enemigo, se oye un toque de corneta que por “error o traición” 9 ordena la retirada, y la temeraria voz de “sálvese quien pueda” recorrió todas las filas sin que los Jefes Patriotas pudiesen impedirlo. Los soldados, sobrecogidos de un pánico terror, botaban los fusiles para huir con comodidad10. La funesta batalla cuesta a los patriotas mil hombres heridos o muertos.

Simón Bolívar, en esta batalla, como castigo moral impuesto a los pocos hombres que quedaron, formó un cuerpo que denominó “El Batallón sin Nombre”, y les privó del uso de bandera alguna, hasta que no la conquistasen en el campo de batalla 11. Esta decisión, como la califica Alfonso Rumazo González, será un “golpe mágico” de Bolívar. Un Batallón sin nombre es un batallón paria, y aquella denominación enardecerá a sus integrantes para hacerlos luchar con denuedo en las futuras acciones de batalla. Vicente Lecuna,12 califica esta decisión como una “herida mortal” al orgullo de los oficiales y soldados, que en la práctica  cambiará el espíritu de quienes peleaban a favor de la república.

Vale señalar que ese “espíritu” de libertad estaba cobrando fuerza por innumerables atropellos que nos es imprescindible destacar: los realistas intimidaban con degüellos a muchos inocentes. Hombres, mujeres, ancianos y niños han sido desorejados, desollados vivos, para no citar otras atrocidades. 13 En los llanos, más hacia el sur, Yáñez desde San Fernando avanza con una crueldad inaudita para apoderarse de Barinas y el centro del país.

El Coronel Manuel Antonio Pulido, Gobernador de aquella ciudad, luego de reunir mil hombres, dos mil caballos, y dinero, evacua la ciudad el 2 de noviembre de 1813 14. Se dirige hacia San Carlos donde debe estar el Libertador. Bajo su amparo van cerca de cuatro mil almas, entre mujeres, ancianos y niños, y su marcha a pie por estos pueblos va dejando muestras penosas de la crueldad padecida por la Guerra de Independencia.

En su fatigosa marcha de Barinas hasta Guanare, los pocos soldados de Pulido debieron librar combates casia diario, y en el menor de los casos, al pasar los crecidos ríos llaneros, innumerables personas perecieron ahogadas. No contento con todo esto, el realista Puy al llegar a Guanare el 11 de noviembre, hace asesinar a lanzadas en la cárcel de esta ciudad, a todos los presos que allí había. En seguida desocupó la ciudad a la que llegaron los emigrantes de Barinas al día siguiente.15 Allí encontraron a los setenta sacrificados, “algunos todavía respirando tirados sobre charcos de sangre”.16 En esta ciudad aumenta la emigración de Pulido, incorporándose al ejército muchas personas respetables, entre ellos el doctor José Miguel Unda, quien años posteriores sería nombrado Auditor de Guerra, así como los hermanos Burgos y Luque.17

Esta emigración continúa lentamente su retirada hacia San Carlos por Ospino y Araure, pueblos donde se le incorporan muchas familias e individuos de toda clase.18  “Son gente modesta —afirma Rumazo González—, agricultores en su mayor parte”, lo que hace que todo haya comenzado a desarticularse, “el cultivo de los campos, el comercio, la intimidad misma de los hogares, porque los realistas y los patriotas realizan ya el reclutamiento forzoso. Los jóvenes que pueden ser apresados son enrolados en los ejércitos en contra de su voluntad, mezclados entre los veteranos, acaban por obedecer y acostumbrarse”19. Como dice Augusto Mijares muchos de ellos tendrán que aprender a manejar el machete, la lanza o el fusil en el propio campo de batalla.20

Para esta fecha, y debido a todas estas circunstancias, la Villa de Araure estaba experimentando en su población un considerable movimiento migratorio de su población. De los 1.024 Blancos censados en 1812, 114 se habían marchado de la Villa. Lo mismo pasó con los indios; en 1812 había 326 y en 1813 la cifra alcanza a 241, lo que supone una merma de 85 habitantes en un año. Por otra parte, los “pardos libres” habían sufrido un descenso sorprendente. De 1.578 que habitaban la Villa en 1812, apenas 415 se habían quedado en sus predios. Esta baja en la población21 de los pardos es compensada con las otras castas, ya que de los 283 zambos, mulatos y negros que había en Araure en 1812, su cifra alcanzará el grueso de 2.493. Más de dos mil doscientos ahora se refugiaban en los términos de la Villa.

Si bien en un año (1812-1813) Araure había aumentado su población en más de 800 habitantes, el movimiento migratorio fue inevitable. Menos blancos, menos indios, menos pardos y aumento del resto de otras castas. La Villa de Araure se ofrecía como el refugio adecuado para numerosas familias que estaban sufriendo los estragos de la Guerra de Independencia.

Toda esta atmósfera oscura, sangrienta y contraria constituye el ambiente en el que respira en casi todos los venezolanos. Además, otros hechos como el surgimiento de las guerrillas en el país serán la causa de muchos males. Entre San Carlos y Araure rodaban las montoneras de las caudillos Carlos Blanco y Genero de León. Su único objetivo es impedir la concentración del Ejército Patriota en el Occidente del país. Así mismo entre Sarare y Araure operaban las bandas realistas de Pedro Ramos.22

Los indios de Acarigua, por su parte, actuaban a favor de España y hostilizaban la lucha patriota. “Hispanófilos”, les llama Salvador de Madariaga,23 en su criterio, 'adictos' a las tradiciones españolas. Ellos serán formados en gavillas o cuadrillas por los propios realistas y amedrentados tendrán que ir al combate de Araure.

¿Qué podía esperarse de una victoria dentro de este contexto? Muy poco, podría pensarse. Sin embargo, el caldeado espíritu de la libertad estaba cobrando fuerza para hacerse sentir. Después de la derrota de Barquisimeto, donde nace el Batallón “Sin Nombre”, el Libertador había dejado a Urdaneta y sus tropas en San Carlos para marchar a Caracas a organizar un nuevo contingente. Al pasar por Valencia se batió con fuerzas de Salomón en las pendientes de Vigirima el 23 de noviembre, saliendo victorioso, mientras Yáñez, y Ceballos avanzan hacia Araure.

Mientras en Guanare Puy, el 11 de noviembre degolla patriotas, Ceballos el mismo día bajaba desde Barquisimeto hacia Araure24 con iguales intenciones. Debe concentrarse con el temible Yañez ocupado en Barinas, a quien le ordena incorporar en su avance al sanguinario Puy. La meta es Araure.

Las tropas de Yáñez avanzan hacia el punto de reunión. Además de la caballería de Apure, este “sagaz caudillo” traía consigo dos excelentes batallones, el de Sagunto en servicio durante pocas campañas; y el de Numancia, célebre en el futuro en las del Perú; formados ambos, como apunta don Vicente Lecuna, “con oficiales y elementos enviados de Guayana”. Su avance es sanguinario y mortal. Al llegar a Guanare, después de pasar por las armas a innumerables personas, asesina al Comandante Militar Juan José Liendo en las siguientes circunstancias: “Dividió el cuerpo en pequeños trozos antes de haber expirado”25. Todo esto será el móvil para que, hechos como la emigración de Barinas, que pasa por Araure rumbo a San Carlos, amainen el espíritu de aquellos terribles del año trece.

En la noche del 3 de diciembre de 1813, finalmente, quedan reunidas en el pueblo de Araure un solo ejército las fuerzas realistas combinadas del canario José Yáñez procedente del Apure y el Brigadier José Ceballos desde Barquisimeto26 . Por las calles y casas de la villa desfilaban los realistas ocupando el vecindario. Miles de infantes corianos “sufridos en la guerra”, al igual que jinetes de Apure, y soldados de Guayana y Barinas, se entregan al saqueo de Araure, “permitiendo y autorizando todos los excesos”27. La guerra ha tocado nuevamente la puerta de los araureños, quienes aterrados trataban de abandonar sus hogares llevando consigo las reliquias que les recordaran su pasada tranquilidad.

Esa misma noche, en actos cobardes y después de matar a numerosas “personas de consideración”, fue asesinado el hacendado araureño Don Santiago Salas, quien poseía tierras en Camburito28 y estaba casado con Doña Elena29 notable señora de las principales de la Villa. De igual forma asesinaron a casi toda la familia del prócer araureño Pablo Garrido30 entre ella a dos de sus hermanas.31 Aunque no hemos precisado cuáles de ellas fueron, podemos decir que sus nombres eran: María Dolores, María Sofía, Bárbara y Francisca de Paula.32

Después de este saqueo, los realistas se situaron en día 4 de diciembre en la sabana inmediata a la parte occidental del pueblo, cuando los ojos de los araureños todavía no se habían recuperado de tan tristes y sangrientos actos. Años después, al referirse a estos atropellos, Bolívar diría: “¡Qué horrorosa devastación, qué carnicería universal, cuyas señales sangrientas no lavaran los siglos!... en Guanare y Araure donde Liendo y Salas, bienhechores de los españoles son los más maltratados al recibir sus golpes asesinos”...33

Mientras alrededor de 7.000 soldados realistas se reunen en Araure —“el mayor ejército que hasta entonces obrara en América a las órdenes de un Jefe español—,34 Bolívar concentra sus tropas en San Carlos a donde había llegado el 30 de noviembre. En esta plaza se efectúa una asamblea para organizar el ejército patriota. Urdaneta recuerda que “se formó un cuerpo de todos los restos de la infantería batida en Barquisimeto, que perteneciendo por tanto a diferentes cuerpos, no se le dio nombre especial, y cuando llegó Bolívar determinó que no lo tuviese hasta que lo ganase en el campo de batalla”35. El Libertador lo bautizó Batallón “Sin Nombre”.

Esa noche, muy temprano se toca Silencio, pues la partida será antes del amanecer. La Batalla de Araure será dentro de cinco días. Hacía apenas tres días que Bolívar había escrito en una carta a los Jefes de Oriente estas proféticas palabras: “La buena disposición de nuestras tropas me hace esperar fundadamente que dentro de ocho días, podré estar de vuelta a la ciudad de Valencia, dejando terminada, por decirlo así, la campaña de Occidente.36 La comunicación tiene fecha 27 de noviembre, y los ocho días de plazo que se daba a sí mismo Bolívar expiraban exactamente el 5 de diciembre, día cuando efecto recogería sus laureles en el glorioso campo de Araure.
           

La Batalla de Araure


En San Carlos, Simón Bolívar organiza el más grande Ejército de que dispusiera hasta entonces un General Suramericano. Lo había traído, como dice Franciscos Rivas Vicuña “a través de un extenso territorio sin caminos adecuados y en medio de la hostilidad de las comarcas sembradas de montoneras” 37. Solamente Campo Elías, desde Valencia a San Carlos, con su Batallón Barlovento, tuvo que batirse en el tránsito con las guerrillas de los Cruces, naturales de El Pao, la de Ruiz formada en Guacara y la de Carlos Blanco del propio San Carlos 38.

A pesar de todo, los sorprendidos pobladores de San Carlos, vieron reunirse en sus calles alrededor de 5.000 soldados patriotas 39. El bolivariano don Eleazar López Contreras se ha ocupado de especificarnos el contingente en todos sus detalles. He aquí el grueso patriota:

Batallón “Barlovento"............................     1.000 hombres
Al mando de Vicente Campo Elías

Batallón “Valerosos Cazadores”...............        600 hombres
Al mando de Manuel Manrique

Batallón "Villapol”.................................        500 hombres
Al mando de Manuel Villapol

Batallón “Sin Nombre" ...........................        600 hombres
Al mando de Florencio Palacios

Infantería de Barinas ..............................       400 hombres
Al mando de Manuel Gogorza

Batallón “La Guaira”................................       400 hombres

Total de de infantería...........................    3.900 hombres


Escolta “Dragones"...................................       150 hombres
Al mando de Rivas Dávila

Escuadrón “Escolares” de Caracas...............         50 hombres

Escuadrón “Agricultores de Caracas”............         50 hombres
Al mando de Coto Paúl

Caballería de Teodoro Figueredo..................      200 hombres

Caballería de Barinas..................................      400 hombres
Al mando de Pedro Briceño Pumar

Escuadrón de Francisco Piñango...................        50 hombres

Total caballería........................................     900 hombres

Esto daba un total general de 4.800 infantes y jinetes 40 con algunas piezas de artillería, sin contar los grupos desarmados de Barinas, Guanare, Ospino y del propio San Carlos destinados a reemplazarlos 41. Los hospitales estaban llenos de enfermos. Las autoridades tenían el encargo de recoger a cuantos se dieran de alta, para las guarniciones 42.

Por su parte se logra concentrar en Araure, un numeroso Ejército Realista, compuesto de la siguiente manera:

Batallón “Correa”...............................................    600 hombres
Cuerpo de Ramos, Torrelles y Quintero.................    800 hombres
Cuerpo de Inchauspe..........................................    300 hombres
Regimiento de Sagunto.......................................    800 hombres
Batallón “Numancia”...........................................    600 hombres

Infantería de Puy...............................................    600 hombres
Caballería de Yáñez............................................    600 hombres
Caballería de Puy...............................................    600 hombres
Caballería de Tocuyo..........................................    300 hombres

Estos efectivos daban un total de 5.200 hombres entre infantes y jinetes. Contaban también con diez piezas de artillería 43. Simón Bolívar reorganiza el Ejército Patriota en cuatro divisiones:

1ra. La Vanguardia:
Con el Batallón “Valerosos Cazadores” y 200 hombres de caballería, al mando del Mayor Manuel Manrique.

2da. Centro:
Con el Batallón “Sin Nombre” al mando del Coronel Florencia Palacios.

3era. Retaguardia:
Con los cuerpos de vencedores de Vigirima, al frente de Manuel Villapol y su columna. Con él estaba el Coronel José María Ortega.

4ta. La Reserva
Compuesta por el Batallón “Barlovento”, al mando del Teniente Coronel Vicente Campo Elías, las caballerías de Barinas, al frente del Coronel Pedro Briceño Pumar, las caballerías de San Carlos, comandadas por el Coronel Teodoro Figueredo y el escuadrón “Lanceros de Ospino”, al frente del larense Mateo Salcedo 44.

El Libertador se había quedado con una Guardia formada por el Escuadrón de “Dragones” al mando del Coronel Luis María Ribas Dávila, Rafael Urdaneta ejercía las funciones de Segundo Jefe y Mayor General 45.

El 1° de diciembre de 1813 se pasó revista al Ejército y se acampó fuera del poblado de San Carlos. Bolívar suponía a Ceballos en Barquisimeto, pero al llegar el día 2 a Camoruco, se entera de que aquél había pasado por Sarare, vía a Araure. En consecuencia, el Libertador deja en Camoruco a los Escuadrones de “Escolares” y “Agricultores” para asegurar su retirada 46 y las comunicaciones con San Carlos, “pues ya para entonces se conocían varias guerrillas enemigas organizadas en el país” 47. Urdaneta recuerda que desde “este tiempo en adelante los cuerpos del Ejército patriota no tenían partes ni noticias del enemigo sino cuando se encontraban con él, ni se podía mantener espionaje porque no había con quien 48.

El día 3 de diciembre pasaron las fuerzas patriotas el Río Cojedes y pernoctaron en Agua Blanca, en medio de la montaña 49. En este lugar se informa Bolívar, por boca del sacerdote y de varios prisioneros, “que Ceballos con su tren de artillería había ido a unirse a Yáñez en Araure 50.

En el pueblo de Agua Blanca se le dijo al Libertador “que el enemigo venía en marcha para ocuparlo esa misma tarde”, lo que dio lugar para que esa noche se redoblara la vigilancia, porque estando Agua Blanca situada entre montañas no podían observar al enemigo, ni descubrirlo hasta no hallarse muy cercano.

Una casucha de campesino habría servido de alojamiento a Bolívar y a cuatro o cinco de los Jefes, en el imaginario de Rumazo González, quienes discuten el plan de la batalla, antes de echarse en hamacas. Una vez en el descanso, el Libertador, “como siempre en víspera de la lucha duerme profundamente con desconcertante serenidad” 51.

El 4 de diciembre, no habiendo ocurrido novedad en la noche anterior, el Ejército Libertador reanuda la marcha y por la tarde acampa frente al pueblo de Araure, en campo raso 52 como a un cuarto de legua de la Villa. Eran las cinco de la tarde 53.

El Libertador y el General Rafael Urdaneta, con dos piquetes de caballería, hacen personalmente sus exploraciones y descubiertas sobre el enemigo, quien se hallaba a las espaldas de la Villa, en unos cerros denominados las Galeras 54.

Al poniente de la Villa de Araure, y después de las últimas casas que había en aquel entonces, estaban unas pequeñas colinas llamadas “el Calvario” y “Loma de Chaquea”. Esta fila fue conocida con el nombre de Galeras de Araure y posterior a ella existía y aun existe, una laguna que se llamó a raíz de la Batalla, la “Laguna de los Muertos”. Así entonces, sobre esta altura está el Ejército Realista, quedando por consiguiente a sus pies el pueblo de Araure, lo que hace fácil la observación del Campamento de Bolívar.

El final de la tarde obliga a ambos ejércitos aplazar la batalla para el siguiente día. Esa noche, Ceballos iluminó la circunferencia de su campo con inmensas fogatas, sin duda “para evitar una sorpresa o golpe de mano de nuestra parte”, como recuerda el Padre José Félix Blanco 55. El Ejército Patriota pasó la noche en una perfecta tranquilidad 56. La Batalla será infaliblemente al siguiente día.

Al referirse al ilustre patriota José de Austria a este aplazamiento dice: “Sensible demora para el entusiasmo de los defensores de la Libertad”. Y agrega: “se dio el toque de silencio cuando el oscuro manto de una noche tenebrosa cubrió aquellos campos en donde reposaban tantos valientes que impacientes querían arrancar de los arcanos del destino la inteligencia de su futura suerte” 57.

Y amaneció el día 5 de diciembre de 1813. Era día domingo, y de historia...

Como pudo observarse, el Ejército Realista había abandonado sus posiciones la noche anterior y “fue a situarse entre una laguna cenagosa que cubría el frente de su infantería, y un bosque que le cubría la espalda y que servía además para ocultar y defender su caballería contra nuestros fuegos. Sus flancos estaban perfectamente cubiertos por la artillería y la caballería” 58.

Las fogatas de la noche anterior, y la silenciosa retirada de los realistas confunden a los patriotas. El Padre José Félix Blanco afirma que “no faltó quien juzgase, [...] que la iluminación del campamento por parte de Ceballos anunciaba su retirada hacia Barinas 59. La falta de diana al amanecer en su ejército acrecentó esta falsa sospecha. Para cerciorarse de un posible abandono del campo por parte de los realistas, El Libertador dispuso que la Vanguardia al mando de Manuel Manrique, reforzada con 200 caballos y 600 infantes, marchara oblicuamente sobre la derecha y subiera a la Galera. La orden que tiene el joven Manrique es la de hacer un “prudente reconocimiento” 60 para averiguar si el enemigo está en el llano alto o cerca del río Acarigua 61. El resto del ejército Patriota, entre tanto,  se dirige al pueblo de Araure 62, donde se le informa a Bolívar que el número del enemigo lo componen más de 3.500 hombres. Cuando se vio que el enemigo no estaba en Araure, se dio orden a todas las Divisiones para que se siguieran marcha por el camino Real de Guanare y luego, por un sendero a mano derecha, pasaran hasta La Galera 63

Manrique, con la División a su mando se interna por la Galera. El Capitán Planas, al frente de una Compañía la cual se encontraba retirada del resto de la Vanguardia, al ver la línea que el enemigo tenía tendida frente a la laguna, cargó valientemente sobre ellos. Los realistas emprendieron ordenadamente la retirada. El Comandante Rudecindo Canelones corre con sus carabineros para ayudarle a sostener los fuegos. Manrique, quien miró el peligro en que se encontraba parte de su División, se sumó a la refriega con el resto. El enemigo movió todo el centro de su segunda o principal línea de batalla como para proteger la primera y obrando con su caballería a la derecha y a la izquierda, logra con su numerosa fuerza envolver nuestra Vanguardia alanceándola toda.64 La sangre ha comenzado a manchar las aguas de la laguna. Después de este primer encuentro, los enemigos arman rápidamente parte de sus astarios65 con los fusiles tomados a los “Valerosos Cazadores”.

El Padre José Félix Blanco testigo presencial de estos acontecimientos recuerda que “tan pronto como hubo trepado sobre el alto de la Galera, el Batallón de “Valerosos Cazadores” y las fuerzas de caballería que lo protegían, cayeron por sus espaldas los escuadrones de caballería que los españoles tenían ocultos en la montaña. Otro testigo dice: “Por más que nuestros soldados hicieron prodigios de valor y por más que se esforzaban las otras columnas para llegar a auxiliarlos, fue en vano”67.  Quinientos hombres habían sido alanceados.

Todavía se hallaba el Cuartel General en Araure, cuando se oyeron tiros de cañón a cierta distancia. La Galera que se interpone no deja ver lo que sucede. Llegan a galope las patrullas de vigilancia e informan a Bolívar que la Vanguardia ha sido sorprendida por el enemigo y ha entrado al combate. “El General salta sobre su caballo, medita un instante y ordena: ¡Urdaneta! parta usted inmediatamente con la segunda División y sostenga a la Vanguardia pero sin comprometerse”68.

La División llega tarde. Esa Vanguardia ha sido destrozada, a excepción de algunos Jefes por tener los mejores caballos, quienes llegan al pueblo de Araure “poco menos que desesperados”. ¡Son los únicos que se han salvado!. El Libertador reprende enérgicamente 69 al Jefe derrotado, quien solo tenía la orden expresa de no poner en peligro a sus hombres, sino 'explorar e informar', y al poco, Bolívar manda a formar al Ejército.

Al frente de sus Edecanes y Estado Mayor, el Libertador recorre la línea de batalla bajo el incesante fuego de la artillería enemiga que había comenzado, y dirige algunas palabras a los patriotas. Al fondo, entre la multitud y miembro del Batallón Barlovento, está el oficial José de Austria quien recuerda: El Libertador dirigió a la tropa “aquellas palabras de fuego con que sabía inflamar el pecho de los guerreros y exaltar los nobles sentimientos del patriotismo” 70. Otro testigo —el Padre Blanco— nos dice: “pero la sangre humeante de los Valerosos Cazadores era el más elocuente discurso, el más poderoso estímulo para soldados tan unidos y entusiastas de su gloria como los del Ejército Libertador. ¡Título magnífico entonces para inspirar grandes empresas” 71.

Al terminar el General su alocución, el ejército “electrizado por la vehemente arenga gritó: “¡Viva Bolívar!, ¡Viva Venezuela!, ¡Viva la Libertad! 72 y partió al trágico encuentro.

Al separarse el Libertador de la línea se dio la orden de “ataque a la bayoneta”: La batalla ha comenzado. “Al pasar sobre los cadáveres de los compañeros —dice el padre Blanco— todo soldado jura vengar la sangre del Valeroso Cazador; sólo la disciplina pudo contener su ardor por pelear 73.

Dejemos que los testigos oculares nos cuenten lo sucedido: Pedro Briceño Méndez: “El General Bolívar conoció en el momento su difícil situación. Tomó el partido que debía, procuró inspirar confianza a sus tropas con un discurso vehemente capaz de excitar el entusiasmo en los corazones más fríos, y colocando la Reserva, su más escogido Cuerpo de Caballería, dio orden expresa de matar a todo el que huyese o se apartase de nuestra Línea. Se esperaba que el enemigo alentado con el suceso que acabada de obtener saliese de su posición y nos viniese al encuentro, pero no fue así, Ceballos, firme, creyéndose seguro no quiso dar un paso que disminuyese sus ventajas. Allí espero nuestro ataque...” 74.

Rafael Urdaneta: “El enemigo cubrió su espalda con el bosque del río Acarigua, formó su línea de batalla, colocando al centro su infantería y dos gruesas alas de Caballería, teniendo al frente diez piezas de artillería. Algunos matorrales salientes hacia la sabana le daban la facilidad de ocultar cualquier movimiento de la caballería 75.

Marchando pues, a un lado de los cadáveres de los “Valerosos Cazadores”, bajo los fuegos de la artillería enemiga, formó el ejército en batalla: Villapol a la derecha, Florencio Palacios con el Batallón “Sin Nombre”, y cuatro piezas ligeras en el Centro, Campo Elías a la izquierda. En la segunda línea, la caballería de Barinas y Caracas a cargo del Capitán José Hilario Ortiz a la derecha; la de San Carlos y Calabozo bajo el Teniente Coronel Vicente Landaeta a la izquierda. En reserva los Dragones de Caracas al mando de Rivas Dávila y el escuadrón de Ospino. Estos últimos recibieron orden de matar a cuantos intentasen retirarse 76.

Toda esta distribución se hizo a pleno fuego. Practicadas estas primeras acciones, se presenta el Coronel Villapol al General Urdaneta, Jefe de Infantería, para manifestarle que su División estaba sufriendo mucho por el fuego de la artillería enemiga 40. Inmediatamente, Urdaneta ordenó que los Capitales de Dragones Nicolás Briceño y Mateo Salcedo tomaran dos piezas de artillería de los enemigos, especialmente las más mortíferas 77. Esta operación se ejecutó con gallarda bizarría. Urdaneta recuerda que “todo esto se hacía bajo los fuegos de la artillería enemiga, que todos se aprovechaban, porque cada tiro quitaba a los patriotas, hombres y caballos; pero se tenía el convencimiento de que una derrota lo acababa todo y se quería asegurar la victoria comprometiendo toda la infantería a combatir sin dejarle recurso para retirarse”.

La primera línea de batalla se movía de frente —dice Urdaneta— y cuando se desordenaba se hacía alto y se rehacía. Así se anduvo hasta tiro de pistola que fue cuando el Mayor General dio orden de abrir los fuegos [...] Bastaron cinco minutos de fuego para desordenar la infantería de los españoles porque se hacía avanzando y tan sostenido que parecía un gran trueno” 78. El Padre Blanco dice que arrollar y vencer a la infantería y artillería que vomitaban como bocas del infierno fue obra de diez minutos, ¡y a nadie se dio cuartel! 79.

El enemigo comienza a ceder terreno. El Ejército Patriota avanza enérgicamente, con la velocidad que le es posible con aquellos rifles de carga lenta y fuego a chispa. Corre entonces por el centro el Batallón “Sin Nombre”. Al  frente va un hombre que estuvo prisionero en Araure: Florencio Palacios, y la venganza sobre los meses pasados no se hace esperar. Lanza en mano atacan vigorosamente, mientras la infantería que se ha acercado ya demasiado carga a la bayoneta. Son un batallón sin nombre y desean tomar banderas. 

Alfonso Rumazo González se permite recrear lo que debió ocurrir: “El choque brutal, ciega vidas rápidamente. Un griterío confuso ensordece; los caballos relinchan, los jefes gritan órdenes, los moribundos se desesperan; los que se cruzan de parte a parte, uno contra el otro, se insultan con las palabras más monstruosas, los caballos saltan sobre los muertos, los heridos, los caídos, la sangre se filtra silenciosamente a través de la superficie seca del suelo, y por el bosque del río de la derecha se fuga el bullicio que golpea débilmente las mejillas de las hojas. Las humildes gentes de Araure, arrodilladas en sus casuchas, rezan; ni siquiera tienen conciencia clara de lo que piden a la Divinidad; no ven que el sol da sobre las puntas de las bayonetas y de las lanzas un reflejo brillante, hermoso, ni perciben que el piafar de los caballos hace de masa coral, de esa sinfonía bárbara que es la batalla” 80.

Todavía en lo alto de la Galera, donde ahora se levanta un monumento, Bolívar observa que “eran superiores en el número y calidades de su caballería; nosotros puede decirse no teníamos artillería, excepto dos pedreros *, cuando el enemigo hacía servir en la llanura diez piezas las más de calibre de a cuatro”. Y cataloga el valor de nuestras tropas “con una vivacidad que no hubieran tenido las más aguerridas europeas” 81. Con razón Tito Salas acierta la figuración de esta batalla con su épico pincel: la carga del ejército patriota, envuelta en el más activo movimiento de campaña, perpetuada para siempre en la tela, mostrándonos la historia. Su cuadro es tan elocuente como la narración misma.

El español José Ceballos, al  ver que su infantería está cediendo, ordena a Yáñez cargue con la caballería realista por el flanco derecho en una maniobra envolvente y sorpresiva. Bolívar, aún en la colina, al ver esta operación, envía de inmediato con Briceño Pumar la Caballería de Barinas para que proceda a detener a Yáñez. Y se permite recrear Rumazo: “El choque es de lanzas y espadas, caballos y pechos, sobre el lomo de los brutos o en el suelo; tanto da atravesar al jinete o al animal, que de ambos modos se destruye; en el suelo revientan los estómagos de las caídos con cada casco de caballo; los cráneos se vuelven trizas; hay brazos que se agarran a la pata que los va a aplastar. Hace un calor de infierno, y el sudor se confunde con la sangre en los rostros” *.

De pronto, ve Bolívar que en esa mescolanza de hombres y de animales, su caballería de Barinas empieza a retroceder; el instante es decisivo, y hay que tomar una resolución heroica que está empeñada toda la infantería y solo restan disponibles hombres a caballo. Aprieta las espuelas a los ijares de su caballo y al trote pasa revista a los Dragones y Lanceros que le quedan; advierte que ha llegado el momento culminante y les ordena seguirle. Desenvaina su espada y se lanza con todos al galope, a la carga contra el flanco de la caballería enemiga. Los hombres, al ver su propio Jefe en la lucha como uno de ellos, llegan al frenesí, y arrollan al enemigo cuyas fuerzas restantes escuchan los toques de corneta que les ordena replegarse y retirarse” 82.

El prócer Pedro Briceño Méndez dice que, Bolívar después de “volar” al frente de los Escuadrones Dragones de Caracas y Lanceros de Ospino, “corre con este cuerpo y da de repente sobre la cabeza de la columna enemiga que no se atrevió a resistir el choque 83. En pleno fuego, el Libertador se apodera de tres piezas más de artillería, mientras la caballería realista de Barinas da una nueva carga”. En este solo choque apasionado y violente perecieron alanceados más de 500 jinetes de Yáñez, el “Ñaña” de los lanceros. Mientras tanto la infantería patriota dirigida por Urdaneta y los Jefes Palacio, Villapol y Campo Elías aniquilaban a bayonetazos y culatazos la contraria hasta destruirla” 84.

Bolívar, quien pelea con ambas manos 85, ha triunfado. “En espantosa lucha cuerpo a cuerpo los infantes realistas fueron muertos, heridos o prisioneros. Viendo la derecha realista la destrucción y derrota de los cuerpos principales de su Ejército plegó y huyó, guiada por sus caudillos”. 86 Yañez, inactivo hasta entonces, viendo la derrota del resto del ejército, ha huido, “sin hacer la resistencia que debía esperarse de su valor” 87.

El Coronel José de Austria, del Batallón Barlovento, cuenta que el Jefe Yáñez, “quiso hacer alto con alguna caballería, luego que pasó el río Acarigua, en la sabana del Guache, pero el bravo Capitán de Soberbios Dragones, Mateo Salcedo, con su compañía y un grupo de cazadores del “Barlovento”, volvieron a cargarlo, y le hicieron conocer la locura de su intento, y confió su fuga a la velocidad de los brutos que participaron del pavor producido por el trueno destructor de los tiranos” 88.

La Batalla de Araure ha durado seis tremendas horas sin contar el episodio de Manrique. Es la una de la tarde. 89 Sobre el suelo yacen los impávidos de ambos bandos. Más de dos mil 90 han quedado muertos o heridos, de lado y lado, la mayor parte son realistas. Los laureles de Araure le han costado a los patriotas 800 muertos y heridos.

Algunos monárquicos sobrevivientes huyen en distintas direcciones, y sin dar tiempo al descanso, ni al júbilo, ni al almuerzo. El Libertador ordena a sus hombres perseguir al enemigo, poniéndose él mismo en persona a la cabeza. Los derrotados, a caballo, a pie, corren desesperados. Los triunfadores los alcanzan y le apresan o los matan; Urdaneta y el Padre Blanco cuentan que en el espanto de la derrota, creyeron muchos realistas, que el mejor modo de salvarse era subir hasta las más elevadas copas de los árboles del camino, a donde se remontaban, pero desde allí los bajaban los soldados patriotas tirándoles  como monos 91. También fueron desechados dentro de la selva, los indios de Acarigua, quienes habían sido formados en Cuadrillas por algunos realistas, contra los patriotas 92.

Los republicanos irritados por la muerte de los Valerosos Cazadores habían reducido todo a la nada. La División del Coronel Villapol fue destinada a recorrer el campo de batalla el cual quedó cubierto de cadáveres, artillería, pertrechos, cajas de guerra, dinero, víveres, lanzas, fusiles y otros enceres de valor 93El acoso contra los realistas  termina a las once de la noche en el pueblo de la Aparición de la Corteza 94, porque hasta allí han llegado los derrotados, quienes creyeron salvarse por ese camino menos frecuentado que el camino real.

Esa noche, en el pueblo, Tomás Montilla, Secretario de Guerra escribe: “Los soldados de la República se han llenado de una gloria inmortal en esta memorable jornada, en el que el más grande ejército que jamás ha combatido contra Venezuela ha sido vencido 95. José Ceballos ha logrado escapar por la serranía de Biscucuy, y Yáñez tomando el camino de Guanare se internará hacia los llanos de Apure.


Después de la Batalla


Según las órdenes que se ha dado desde el Campo de Araure, los soldados patriotas se concentran en el pueblo de la Aparición de la Corteza. Los 600 prisioneros son fusilados en gran parte. Es la guerra a muerte de 1813, la misma esa guerra a muerte que desmembró a numerosas familias y tejió innumerables historias que aún trascienden nuestros días 96.

José de Austria recuerda que aquella noche del 5 de diciembre, el pueblo de la Aparición de la Corteza, ofrecía un horroroso espectáculo a los ojos de la “humanidad y la filosofía”, pues en él fue ejecutado un considerable número de prisioneros a quienes “la atroz conducta de los españoles condenó a la muerte, en represalia de innumerables, de repetidos, y recientes hechos en Barinas, Guanare, Barquisimeto y Puerto Cabello, en donde sin respeto ni consideración alguna, se vertió a torrentes la sangre de los patriotas” —y cuenta— “no contentos ni saciada una tan implacable saña, habían armado y emboscado a los indios de Acarigua, en sus mismos bosques, para que luego que fuesen derrotados los independientes, como ellos lo esperaban, confiado en su numeroso ejército, los ayudasen a perseguirlos y a matarlos. Empero, no era posible que la Providencia permitiese tan inicuos planes” 97.

Don Alfonso Rumazo González reconstruye lo que en el pueblo de la Aparición debió suceder: “Todos duermen profundamente esa noche, agobiados de emociones y fatiga; todos, excepto los heridos y los que lloran al compañero, al hermano, al pariente. Bolívar no duerme;  ocúpase en preparar órdenes, en pasar revista en persona a los heridos, en hacer que los moradores del pueblo den lo que tengan a las tropas” 98. Lo mismo hace el Padre José Félix Blanco. Sobre el Presbiterio  recuerda José de Austria: “Siempre consolador, y afable amigo del infortunado, que postrado y herido solo él le consolaba y ayudaba hasta sus últimos momentos... acompañó al desgraciado cualquiera que fuesen sus banderas, con una verdadera misión evangélica” 99.

A la mañana siguiente se forman las tropas en el pueblo. Oficiales y soldados heridos con los uniformes desgarrados revelaban los heroicos  esfuerzos  de la víspera. En sus rostros se refleja la fatiga. De seguidas, en actitud solemne, El Libertador recorre la formación a caballo, y exalta la conducta de los Batallones de Caracas, Barlovento, La Guaira y Valencia. A los “Dragones” de Caracas les concede el título de “Soberbios Dragones”, y elogia al Batallón “Sin Nombre”, quien en la jornada de Araure, apenas a ocho minutos de haberse roto los fuegos sobre el enemigo, le tomo en pleno campo de batalla algunas banderas “a viva fuerza”.

A éstos les dijo: “¡Soldados!: Vuestro valor ha ganado ayer en el Campo de batalla un nombre para vuestro cuerpo y aun en medio del fuego cuando os vi triunfar, le proclamé el Batallón Vencedor de Araure. Habéis quitado al enemigo banderas que en un momento fueron victoriosas, se ha ganado la famosa llamada invencible de Numancia. Llevad soldados esta bandera de la República. Yo estoy seguro que la seguiréis siempre con gloria” 100.

Florencio Palacios recibió de manos del Libertador la bandera de Numancia, y el “Vencedor de Araure” prorrumpió en vivas y aclamaciones. Han ganado bandera y lo han hecho con honor.

El batallón “Numancia”, lo había traído Yáñez desde San Fernando de Apure, y lo constituía un grupo de hordas, en el que sus armas se reducía a una lanza o una espada, cuanto más a un trabuco 101. Portaban una bandera “ricamente bordada”, que fue abandonada en el campo junto a la de Borbón de color rojo 102 y su entrega al Batallón “Vencedor de Araure”, constituye un acto simbólico, a manera de trofeo capturado en el campo 103.

En este mismo acto, Bolívar concede la “Orden de Libertadores de Venezuela” a los siguientes soldados: Manuel Villapol, Florencio Palacios del “Vencedor de Araure”, y al Capitán de los “Soberbios Dragones” Mateo Salcedo 68. De igual manera, por orden de El Libertador, decretó el caraqueño en ese diciembre de 1813, un “Escudo de Araure” en honor a quienes combatieron heroicamente en esta jornada 104 el cual sería llevado como una insignia de hombros. Desconocemos el diseño de este interesante Escudo, pero su creación es de importancia para esta historia.

Dígase finalmente que, desde el pueblo de La Aparición fueron destinados a obrar en la Provincia de Barinas con una columna, el Coronel Florencio Palacios y su segundo el Capitán Francisco Conde. Marchan junto al nuevo Comandante de esa Provincia, Coronel Ramón García de Sena. El Comandante Campo Elías con otra columna, por la vía de Guanare debía transitar la montaña de Biscucuy y posesionarse de la ciudad de El Tocuyo; y la División más poderosa, comandada por Villapol atacará a Barquisimeto, San Felipe y todos aquellos distritos oprimidos 105. Con esta División irá el Batallón Barlovento, mandado interinamente por el Teniente Coronel Andrés Linares 106.

La bandera del “Vencedor de Araure” flamearía al lado del “Soberbio Escuadrón de Dragones” y la caballería de Barinas, quienes irán con Urdaneta hasta Guanare con el objeto de completar la persecución del enemigo 107.

Todo el material de guerra108 tomado a los realistas es trasladado hasta San Carlos, escoltado por la caballería. Bolívar marcha hasta Valencia, pues “mil atenciones lo llaman”, y como asegura Pedro Briceño Méndez, éstas “no le permiten ir a escoger él mismo el fruto de su victoria en Barinas o Coro” 109. De acuerdo con la tradición oral, se afirma que al pasar por la Villa de Araure, Bolívar entra a la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, afirmándose haber orado al pie de la imagen Mariana, y haberse persignado en una desaparecida pila bautismal que le fuera sustituida por el arquitecto-restaurador Graciano Gasparini 110. Era entonces Sacerdote de Araure el Padre Ramón Manuel Tirado.

Seguramente, como en Caracas 111, las campanas araureñas repicaron anunciando el triunfo. La muerte de los araureños ilustres asesinados días atrás por Ceballos y Yañez había sido vengada, y una vez más Araure brilló con gloria para construir, junto al pueblo venezolano, la historia que enorgullece el gentilicio local.


Algunas consideraciones sobre la batalla




Después de la Campaña Admirable, la Batalla de Araure es el cierre de un ciclo en la historia de la recuperación de Venezuela de 1813. Con ella han desaparecido las esperanzas de la España que fijaba su confianza en las Divisiones de Ceballos y Yáñez. El joven protagonista y republicano José de Austria califica el día como “fausto y de eterno recuerdo para los americanos” 112, mientras que Don Vicente Lecuna sostiene que “por sus enseñanzas y accidentes heroicos la Batalla de Araure es digna de estudio en todo tiempo” 113. El mismo historiador se ha ocupado de analizarla, desde el punto de vista táctico-militar 114.

Araure, al decir de algunos autores, es la primera batalla trascendental, desde el punto de vista histórico, librada en Venezuela. El comportamiento de los soldados patriotas, se yergue como muestra del nacimiento de la disciplina militar en Venezuela, hasta ese momento ausente de los campos de batalla. No debe olvidarse que las acciones de Francisco de Miranda, se habían visto minimizadas y perdidas en 1812, debido al menguado comportamiento de los efectivos patriotas. A la vuelta de un año, la soldadesca republicana no será la misma; y en pleno campo de Araure, por si quedasen resabios de felonía, Bolívar ordena al principio del, combate 'matar' a quienes retrocedan.

Augusto Mijares considera que, después de la Batalla de Araure, ha nacido el “verdadero ejército venezolano”, sobre las bases de una infantería disciplinada 80. El propio Bolívar, sorprendido de la conducta del ejército, afirma que las tropas patriotas tenían una vivacidad “que no hubieran tenido las más aguerridas europeas”. 115. La misma afirmación la trae el monarquista Francisco Heredia, poco generoso en sus juicios sobre los criollos. Advierte que las tropas republicanas eran “muy disciplinadas, y muy llenas de entusiasmo, o lo tenían los que la conducían... El número no era muy infernal, pero éstos tenían las ventajas de la disciplina y unidad de mando que faltaba a los nuestros, pues la mayor parte de los cuerpos [realistas] de Apure no tenían orden ni concierto, y se llamaba de caballería porque se componía de hombres montados a caballo casi a pelo, y aunque se dijese que mandaba Ceballos, esto era solo en el nombre, haciendo cada cual lo que le daba la gana”116. Más adelante agrega: “otros inteligentes me aseguraron  que los insurgentes habían hecho prodigios de valor, y maniobraban con tanta celeridad y bizarría como las tropas europeas más aguerridas”.

Este denuedo y osadía republicana son los que sorprende al realista Ceballos, quien después del encuentro con los “Valerosos Cazadores”, dijera a Yáñez en el propio campo de batalla: “Esta acción la perdemos. Ese es mucho arrojo y denuedo de esos hombres 117.

Sorprende la actitud del Ejército Libertador en los campos de Araure, cuando se piensa en las precarias condiciones en que se combatía. La infantería patriota siempre careció de armas, hasta 1819, año cuando la República pudo comprar algunas. “Por eso —sostiene Augusto Mijares— “en todos estos años sigue predominando la caballería que podía batirse con lanzas improvisadas, con chuzos y a veces con simples varas de madera que aguzaban y endurecían al fuego” 118.

Por otra parte, debe sumarse la importancia política que trae consigo la jornada de Araure. Primeramente, su victoria ha permitido, parcialmente, la conquista del Sur y Occidente de la antigua Capitanía General de Venezuela. De no haberse producido esta victoria, otra suerte hubiese tocado a la República, debido a las condiciones que ella revestía en un territorio plagado de guerrillas. Para Ceballos —escribe Madariaga— Araure era una posición excelente situada en la confluencia de los Valles de Acarigua y Sarare; el primero llevaba el Valle del Tocuyo, fiel a España; el segundo a los llanos, todavía reserva ilimitada de caballería al servicio de España, derrotado tenía pues dos líneas seguras de retroceso, mientras que victorioso le sería posible avanzar hacia San Carlos y Valencia y hasta Caracas” 119.

Si a todo esto sumamos el obstáculo que constituían las montoneras o guerrillas de Carlos Blanco entre San Carlos y Araure, las de Torrealba en los alrededores de Ospino, la de Francisco Parra (Chuco Galeno) y Genaro Ponce 120, además de las considerables masas de indios que se habían reunido en cuadrillas en el valle de Acarigua, 121 podemos imaginarnos las consecuencias morales y materiales que traería una derrota. El historiador chileno Francisco Rivas Vicuña, al referirse a este asunto ha escrito: “Una derrota de los republicanos en Araure podía atraer sobre ellos a las montoneras de Blanco y a los indígenas de Acarigua que habría tocado un desastre, tal vez irremediable, en la hecatombe final del ejercito independiente” 122. Afortunadamente, gracias al valor y “buena disposición”, que esperaba Bolívar de sus tropas, todo el Sur y Occidente ahora le pertenecían “con la sola batalla de Araure 123 como él mismo afirma.

Otra consecuencia no menos importante, que llena de laureles a esta batalla, es el suceso que salva la vida al araureño José Antonio Páez, preso en Barinas. En aquella ciudad, después de haberse recibido las primeras noticias de la victoria de Araure, , el perverso José Puy abandona precipitadamente el pueblo sin ocuparse de nada ni de nadie. Lo mismo hacen sus secuaces quienes “espoleados por el pánico”, han dejado libres a 115 presos de los cuales muchos estaban ya puestos en capilla 124 para ser ejecutados. Entre ellos se encontraban José Antonio Páez, futuro héroe de tantos combates y de quien tanto se ocupará la historia.

Los presos al verse solos y sin guardias, se salieron de la cárcel y se fueron a sus casas. En la calle un amigo le quitó los grillos a Páez. La victoria de Araure le ha salvado la vida, 125 y él en agradecimiento a la gloria de Araure, años después le hará honor a su pueblo en carta que le escribiera. De esto lo hablaremos en el capitulo VII de esta obra.


Bolívar y la Batalla de Araure




El Libertador por mucho tiempo conservó un vivo recuerdo de esta “memorable jornada” como él mismo la califica en sus escritos.

El encuentro que en Araure preparó El Libertador no era obra de la casualidad, como hemos visto. Sus proféticos planes en la carta 27 de noviembre, evidencian sus cálculos como estratega. Para muchos el alma de Bolívar se revela en Araure en toda su grandeza. Sobre el particular, Francisco Rivas Vicuña ha escrito: “Esta campaña había de poner a prueba las capacidades militares del general en Jefe, ya no se trataba de un desfile entre el doble frente de una serie de columnas enemigas cuyo ataque en detalle era posible tentar... tampoco en el caso sencillo de disponer el asalto de una plaza fortificada: la situación era muchísimo más seria” 126.

En aquella prueba de fuego el Libertador debía medir sus propias capacidades militares. “La acción debía ser decisiva: derrotado trataría de salvar sus elementos para rehacerse en tiempos mejores, vencedor aseguraría la conquista y obteniendo un acuerdo eficaz con Mariño, lograría la independencia de su patria”. 127. De modo que, en 1813, la suerte de la República se estaba jugando en los campos de Araure. Por fortuna, la conducta y valor de los soldados inclinaron la balanza a favor de los republicanos. Los soldados pelearon no sólo para ganar una batalla, sino para destruir una fuerza que oprimía a Venezuela. Esto fue lo más importante: recobrar la fe de los pueblos y el alma de los venezolanos que reclamaban tranquilidad en sus hogares

Bolívar pensó que la victoria de Araure “produciría un saludable desengaño en los criollos alucinados que volverán al seno de la patria, si se olvidaban sus extravíos” 128. El Decreto de Guerra a Muerte dejaría de tener vigencia si el pueblo se convencía de que el destino de la patria podía ser otro. Es por ello que inspirado en esta jornada lanza un “Indulto a los Americanos” para perdonar a los americanos monarquistas por indiferencia o por males causados. El 7 de diciembre, desde San Carlos, Bolívar escribe en esta proclama: “¡Habitantes de Venezuela! Todos los soldados que sostenían a los opresores de Barinas y del Occidente han sido destruidos. La Victoria de Araure, que ha sepultado en la nada a más numeroso ejército con que os han amenazado, ha hecho caer de las manos de los otros la espada que empuñaron los cobardes para su oprobio”. Exalta lo importante que sería la vuelta a la patria, a los hogares, donde ahora se respiraba una “soledad espantosa”. A los venezolanos les dice: “Elegid, compatriotas, o venir a disfrutar de la Libertad bajo el Gobierno independiente, o expirar de miseria en los bosques o víctimas de una justa persecución”.

Conmovido y deseoso de una total pacificación de la República recuperada, Bolívar ratifica: “Yo os empeño mi palabra de honor de olvidar todos vuestros pasados delitos, si en el término de un mes os restituís a vuestros hogares. Bajo esta salvaguarda, sagrada para mí, podréis gozar tranquilos de los bienes que os ofrece Vuestra Patria y podréis después aspirar por una buena conducta y útiles servicios a las consideraciones del Gobierno” 129.

Esta proclama, antagónica al denominado decreto de la Guerra a Muerte, no consigue los resultados esperados. Como bien afirma don Alfonso Rumazo González, “en ese vasto conglomerado de analfabetos que es Venezuela, no produce ningún efecto” 130. La  Revolución venezolana ya había dejado un marca traumática en la sociedad agobiada por el estado de guerra. En la Proclama citada, el propio Bolívar estampa la realidad: “La soledad espantosa que reina en los pueblos que ocuparon (los realistas), las lágrimas de algunas pocas infelices mujeres por sus maridos, padres e hijos asesinados, y cuyos cadáveres se hallan atravesados hasta en los caminos públicos, descubren manifiestamente sus proyectos, y que eran los de un exterminio total de los habitantes”.

Pero si bien el Indulto de San Carlos no vierte sus efectos sobre los habitantes de Venezuela, la batalla como tal sí causó un impacto para los realistas. Rivas Vicuña advierte que “desde el triunfo de Araure, Bolívar dejó de ser para los españoles un capitán de fortuna a quien las torpezas ajenas habían franqueado el paso de Cartagena a Caracas, era todo un General que sabía mover sus hombres con rapidez y precisión en vastísimo territorio y que era capaz de agruparlos con pericia para el combate mismo” 97.

El biógrafo bolivariano Alfonso Rumazo González, se pregunta al respecto: “¿En dónde había aprendido Bolívar a hacer la guerra? ¿De dónde tuvo la inspiración de la “guerra a muerte”?... 98 Mientras don Vicente Lecuna, por su parte, se ocupa en comparar la estrategia utilizada por Bolívar en Araure, la cual equipara a la altura de las acciones militares ejecutadas por Napoleón Bonaparte o Federico II 99. Tales consideraciones, constituyen los trofeos que cobra el Gigante de América en el campo de Araure. El Libertador en ella, después de 21 horas a caballo al servicio de su patria, brilla como el que más con una grandeza sin límites, que lo hacen merecedor de la gloria que cada día le acompaña.

Araure es para Bolívar, la tercera batalla de su descollante carrera militar. La primera había sido Bárbula donde salió victorioso sobre Bobadilla, y la segunda Vigirima contra Salomón, donde también recoge fructíferos laureles. Los demás encuentros de armas, habían sido sólo combates o sitios. Juntos le daban a Bolívar nueve acciones en tierras venezolanas. Sobre esta base se construirá el camino a Carabobo.

Esta, su “memorable jornada”, ocupó por mucho tiempo la atención de El Libertador, llegada la hora de redactar sus escritorios y proclamas. De ella hablará a Sir Richard Wellesley, parlamentario de Londres, en carta de enero de 1814, 100 también al Presidente del Congreso de la Nueva Granada con fecha 1° de febrero de 1814 101 y en Proclama a los venezolanos de fecha 24 de marzo del mismo año 102. Al Libertador de Oriente, Santiago Mariño le hablará en diversas oportunidades sobre la victoria de Arauree, siendo el texto más elocuente su misiva del 16 de diciembre de 1813,103 donde, todavía fresca la emoción de la victoria, los hechos aparecen narrados.

En ella, el propio Libertador cuenta los detalles de la jornada. Léase su contenido:

“Tres mil y más hombres del ejército español, muertos, prisioneros o dispersos, pagan tributo a la gloria de los triunfos de la República. Las varias relaciones de los prisioneros, comparadas posteriormente por el Coronel Villapol, Comandante de ala derecha producen de acuerdo, que el número de los enemigos pasaba de 3.700 hombres de los cuales 1.400 eran caballería, cuando aseguramos en el Boletín número 25* que era únicamente  de 3.500 por los informes recibidos antes en la misma Villa de Araure. Ellos eran superiores en el número y calidades de su caballería: nosotros puede decirse no teníamos artillería excepto dos pedreros,** cuando el enemigo hacía servir en la llanura diez piezas, la más de calibre de a cuatro. Antes de la derrota de nuestra vanguardia eramos superiores en la infantería; pero habiendo tomado todos los fusiles de ella y armado con ellos a sus hastarios entramos en la acción general con una infantería inferior.

Sin embargo, el valor de nuestras tropas, haciéndolas sobreponerse a la cruel desgracia de la destrucción absoluta de la vanguardia; las hacía esperar con impaciencia el momento de empeñar el combate. Luego que se formó la línea de batalla avanzaron rápidamente y en el mejor orden, no obstante el estrago que les causaba el fuego de la artillería enemiga. Cuando estuvimos a tiro de pistola *** se ordeno por los Comandantes de la División romper el fuego por descargas cerradas, lo que se verificó a son de ataque marchando nuestras tropas, y con una vivacidad que no hubieran tenido las más aguerridas europeas. Habiendo cargado al fin de nuestra infantería a la bayoneta, se arrojó sobre la sólida línea de los españoles y la derrotó tan completamente, que apenas se ha salvado para Coro su General en Jefe Ceballos con veinte hombres que logró reunir”.



Honor a los combatientes de Araure



La Victoria de Araure, el 15 de diciembre, es además de Bolívar, la victoria de un pueblo ganado a las luchas.

Alfonso Rumazo González es muy justo al escribir: “No hay otra diferencia entre los dos bandos, que el ideal que sostienen, que los Jefes que lo dirigen, que la justicia o injusticia de la causa que defienden. En ambos anima el espíritu de la aventura, la audacia, la crueldad muchas veces, el odio y la venganza; en suma, la consigna de “guerra a muerte” acucia republicanos y monárquicos hasta el fanatismo. Es una guerra de valientes contra valientes”.104
Y estos “valientes contra valientes” han dado su sangre a cambio de la Libertad en los campos de Araure. Algunos han perecido, otros no, pero lo harán. Son los héroes, de quienes su nombre la historia ha guardado con celo en sus gloriosas páginas.

He aquí los del Ejército Patriota:

Rafael Urdaneta
En la jornada de Araure, comandaba la primera línea de batalla, al frente de tres Divisiones. Sobre su vida ya se han ocupado algunos biógrafos. Sólo diremos que había nacido en Maracaibo en 1788, y que desde comienzos de la revolución se incorporó a la causa republicana. En Araure, muy joven, a los 25 años, lo vemos con tan alta responsabilidad. Ese mismo año logra el rango de General de Brigada. En 1815 el de División y en 1821 el de General en Jefe. Ejerció funciones de Intendente y comandante General del Departamento del Zulia desde mediados de 1824. Después de la victoria de Araure, Bolívar dirá de él: “el más constante y sereno oficial del ejército” 105. Murió en París en 1845, después de dar grandes muestras de valor a su Patria.

Vicente Campo Elías
Nació en España en 1759 y llegó a Venezuela en 1792. Desempeñó funciones concejiles en Trujillo y Mérida, ciudad esta última donde se le unió a Bolívar a principios de la Campaña Admirable. Combatió en Niquitao, Los Horcones, Las Trincheras, Mosquiteros, La Puerta y La Victoria.

Su apego a la causa republicana, aún siendo español, es sorprendente. En Calabozo, centro de operaciones de Boves, hizo pasar a cuchillo a la cuarta parte de la población “para castigarla por no haberse sublevado contra Boves”. 106 De él la frase elocuente y trágica que ha recogido la historia: “Después que los haya degollado a todos, me quitaré la vida para que así no quede uno de mi raza”. 107

Pelea en Araure al mando del Batallón “Barlovento”, cuando era un curtido hombre de 54 años. Va a morir en pleno combate en la ciudad de San Mateo el 16 de marzo de 1814.

Manuel Manrique
Había nacido en San Carlos en 1794. Cuando pelea en la Batalla de Araure, siendo Mayor, al mando de los “Valerosos Cazadores” con 600 hombres, es apenas un joven de 19 años. Fue herido en Puerto Cabello cuando trataba de colocar el estandarte de la Libertad en el vigía del centro del castillo108. Se distinguió en las campañas de Boyacá, Carabobo, y en la última de Maracaibo. Murió el 30 de noviembre de 1823, en el Zulia, después de padecer enfermedad; había llegado a ser General. Su arrojo en la Batalla de Araure, mereció los más calificados elogios por parte de Bolívar a la hora de honrar a los más valerosos.

Manuel Villapol
Nace en Sevilla, España, en 1769. Siendo militar de carrera, abrazó la causa patriota. Se le creyó muerto en Vigirima donde sólo cayó por un despeñadero. Había servido trece años en las armas del Rey y se le siguió causa por infidencia, pero fue puesto en libertad. Peleó en Araure al frente de un batallón de 500 hombres, a la edad de 44 años. Murió heroicamente al año siguiente en la batalla de San Mateo el 28 de febrero, cuando una bala de fusil le atravesó el corazón, casi al terminarse la sangrienta batalla. Tuvo dos hijos patriotas, Napoleón quien peleó con Páez en la toma de Puerto Cabello y Pedro, quien enfurecido por el fin de su padre, salió del hospital de sangre donde se hallaba herido y vendado, para pelear donde cayó su progenitor, de donde fue recogido casi exánime mientras se desangraba por su herida.

Florencio Palacios
Nació en Caracas hacia 1783. A la edad de trece años era cadete de los voluntarios de Aragua, y a los 28 ascendió a Coronel. Con este rango pelea valerosamente en Araure, al frente del “Batallón sin Nombre” de 600 soldados. Había sido apresado en la Villa de Araure, al entrar en ella Monteverde, en 1812 y luego enviado a Coro. El Gobernador realista Ceballos, mediante su amistad con la familia Palacios lo puso en libertad, sin sospechar que él mismo lo destruiría en los campos de Araure. En esta batalla tenía la misma edad del Libertador, treinta años. Murió en la isla de Haití en 1816 siendo General.

Luis María Rivas Dávila
Había nacido en Mérida en el año 1778. En la Batalla de Araure contaba con 35 años, y estuvo al frente de la Escolta de “Dragones” con 150 hombres, que era la Guardia del Libertador. Había peleado en Bárbula. Murió heroicamente en la Batalla de La Victoria, el 12 de febrero de 1814, dos meses después de la victoria de Araure. Sobre él dejó escrito Eduardo Blanco en Venezuela Heroica:”... es un meteoro del fúlgidos reflejos; duró lo que el relámpago, pero la viva luz que esparce su renombre, ilumina más de una página gloriosa de nuestra historia patria. Altivo, generosos, magnánimo, La Victoria le sirvió de tumba y de apoteosis. Murió como Epaminondas, en los brazos del triunfo y de la gloria, haciendo votos por aquella patria que abandonaba cuando más necesarios le eran todos sus hijos. 109 Cuando se le extraía la bala que le causó la muerte, recomendó: “Llevadla a mi esposa, y decidle que la conserve, y se acuerde que a ella debo el momento más glorioso de mi vida, aquel en que he perecido defendiendo la causa de mi suelo”. Su último aliento fue exclamar: “¡Muero contento; viva la República!”110.

Es justo decir que en Araure con sólo 150 hombres, inspiró la marcialidad al Escuadrón “Soberbios” Dragones, quienes pudieron arrollar una caballería de 1.500 hombres. Antonio Muñoz Tébar, al recordar la batalla del 5 de diciembre en Araure, dice: “Se debe en gran parte a los esfuerzos de Rivas Dávila este famoso día”.

Coto Paúl
Su nombre verdadero era Francisco Antonio Paúl y Terreros, pero se dio siempre a conocer en la época magna como “Coto Paúl”. Había nacido en Caracas en 1773. Licenciado en Derecho, fue miembro entusiasta de la Sociedad Patriótica y en 1812 fue Gobernador de Caracas y representó el Poder Judicial en las reuniones que precedieron a la Capitulación de Miranda. Combatió valientemente en Vigirima y San Mateo. Aunque a San Carlos llegó con el Escuadrón “Agricultores de Caracas”, éstos no pudieron concurrir a la batalla de Araure, por él sí. Peleó en ella siendo un hombre maduro de 40 años. Había casado con Josefa Almeida, sobrina carnal de Miranda y con sus dos hijos tuvo que huir después de caída la Segunda República. En 1820 se incorporó en Río Hacha como Auditor de Guerra a las fuerzas patrióticas del General Mariano Montilla, y ese mismo año muere en la Villa de Soledad, víctima de unas fiebres palúdicas.111

Pedro Briceño Pumar
Prócer llanero nacido en Barinas, de las familias más notables. 112 Fue miembro de la Junta Superior de Gobierno de Barinas en 1810. 113 Casó con una hermana del futuro Arzobispo de Caracas, Ramón Ignacio Méndez, llamada Manuela Méndez. Como Comandante General de Barinas, siendo Coronel, dirigió la retirada hacia San Carlos en 1813. 114 Peleó en la Jornada de Araure al frente de la Caballería de Barinas, con 400 jinetes, y ocupó en el campo el ala derecha, siendo Coronel.115

José de Austria
Nació en Caracas, el 24 de noviembre de 1791. Muy joven, en 1810 fue Subteniente del Batallón “Barlovento”, en donde llevaba la Bandera, y con él participa valientemente en la Batalla de Araure a la edad de 22 años. Esta jornada y otras, quedarán grabadas en los recuerdos de su fresca juventud, para luego narrarlas en las Memorias que más tarde escribiera.

En 1829 era Primer Ayudante General del Estado Mayor del Libertador, con el grado de Coronel. Sirvió bajo las órdenes de los grandes, desde Miranda hasta Páez, y su actuación se extiende hasta la Guerra Federal.

En la batalla de Araure participó personalmente contra el intento de contraataque del temible Yánez, después de pasar el río Acarigua al lado del Capitán Mateo Salcedo, ya en el final de la batalla. 116

Presbítero José Félix Blanco
Nacido en Caracas el 24 de septiembre de 1782, se hizo sacerdote en la propia Capital, donde estudió Filosofía y Ciencias Sagradas. Fue testigo presencial de suplicio de José María España, y de las tentativas de Miranda. Se hallaba en la Sala del Ayuntamiento el 19 de abril de 1810, y fue Capellán del 1er. Ejército del Poniente a las órdenes del Marqués del Toro. En 1813, lo vemos en la batalla de Araure a la edad de 31 años, formando parte del Estado Mayor del Libertador.117 De él nos ocuparemos detalladamente en el Capítulo que trata sobre biografías. Morirá el 18 de abril de 1872 en su ciudad natal, de avanzada edad, lo que le permitió ostentar el Grado de General de División, otorgado  por José Antonio Páez.

Tomás Montilla
Era Secretario de Guerra en la Batalla de Araue, y formaba parte del Estado Mayor del Libertador.118 Había nacido en la ciudad de Caracas en 1787; anteriormente se había enfrentado a Yánez como Teniente Coronel de Húsares o soldados de Caballería. 119 Llegó a ser General.

Pedro Briceño Méndez
Era Secretario del Libertador en la Batalla de Araure. Había nacido en Barinas, y era hijo de Pedro Briceño Pumar, también actor de esta jornada. Estudió filosofía y Leyes en Mérida y Caracas. Acompañó a Bolívar por muchos años, mostrando una gran fidelidad incluso hasta sus últimos días. De él ya se han ocupado algunos investigadores. 120 Caso con una sobrina de Bolívar de nombre Benigna Palacios. Su hermano, el Coronel Juan Nepomuceno Briceño Méndez fue también prócer de la Independencia, al igual que su primo hermano, el Coronel José Briceño Méndez121. Pedro Briceño, llegó a ser General de la República, y escribió sus Memorias las cuales tituló “Relación Histórica”, 122 en donde encontramos estampada la Batalla de Araure.

Pedro Buroz
Era el cuarto hijo del prócer familia de los Buroz. Se había incorporado a la lucha por la independencia en 1812 bajo las armas patriotas de Mac Gregor. En la batalla de Araure era Subteniente de los “Soberbios Dragones de Caracas” a la tierna edad de 16 años. Allí recibió dos heridas de metralleta que lo hacen destacarse valientemente y figurar entre quienes reciben elogios por parte del Libertador en el Boletín de Guerra N° 25. Había nacido en Caracas en el año 1797 y va a morir meses después de la Batalla de Araure, el 27 de febrero de 1814 en la acción de San Matero, de apenas 17 años.123

Venancio Buroz
Había nacido en Caracas en 1794, era hermano de los próceres Lorenzo, Vicente, Pedro y Lope María. 124 Estaba haciendo estudios científicos cuando la invasión de Monteverde a Caracas, en 1812 interrumpió su carrera, teniendo que huir muchas veces por las persecuciones que se le hacían a su familia, de enteros ideales patriotas. Abandonando los estudios, participa con Francisco de Miranda en la lucha de la Primera República. Lo hacen prisionero en Los Guayos ante la funesta Capitulación de San Mateo y llevado a Valencia. Luego se escapa y se incorpora a las campañas de 1813 con el Ejército Libertador. En la Batalla de Araure, de apenas 19 años, lo vemos como capitán de Batallón de “Valerosos Cazadores”; cuando encuentra la muerte en el propio campo de batalla al principio de la jornada. 125 Sobre él y sus hermanos escribe con sobrada justicia Antonio Muñoz Tébar: “Mientras el fuego de la libertad abrase los corazones americanos, no se recordará sin un sentimiento de entusiasmo y veneración la corta pero heroica historia de los Buroz. Su nombre, memorable en los anales de la virtud, ha conseguido la inmortalidad; y la serie de triunfos célebres que han rescatado a tantos pueblos de la tiranía, será preservada del olvido junto con el indeleble nombre de Burros. 126

Pedro, de apenas 16 años, después de derramar lágrimas por su hermano en las llanuras de Araure, vengó la muerte de sus parientes el 27 de febrero de 1814, donde perdió la vida. 127

Jacinto Lara
Había nacido en Carora, en el estado que hoy lleva su nombre hacia 1778. Su carrera militar es muy larga, desde las primeras campañas con Miranda en 1811. Fue uno de los venezolanos que dejó el arado por el fusil. Acompañó a Bolívar desde la Campaña Admirable y sus triunfos son innumerables. San Carlos, El Yagual, Mucuritas, Caroní, y otros, son algunos de sus laureles. Se midió como guerrero al lado de Páez, Sucre y estuvo en la campaña del Sur, siendo en 1821 Gobernador de Santa Marta y Cartagena. También lo veremos en El Cuzco, Arequipe y Ayacucho. Fiel al Libertador, sólo quiso servir en las armas mientras Bolívar estuvo vivo, y apenas aceptó la Gobernación de su Provincia natal. Murió en Barquisimeto, el 25 de febrero de 1859. 128 En la Batalla de Araure, cuando tenía 35 años, formaba parte del Estado Mayor del Libertador. 129

Mateo Salcedo
Oficial patriota de distinguida actuación, nacido en Barquisimeto. Se había alistado en la expedición del Marqués del Toro. 130 En la Batalla de Araure, era Capitán de los “Lanceros de Ospino”.
Combatió gloriosamente, tanto así, que el Libertador le concedió en el propio campo de batalla, la venera de honor de los “Libertadores de Venezuela”.131 Con él se hace orgulloso el nombre del estado Lara en esta Batalla por su acción ejemplar y decisiva. 132 Siendo Coronel fue a morir en el Rincón de los Toros, el 17 de abril de 1818, casi en presencia del Libertador.

Teodoro Figueredo
Natural de San Carlos, de larga y meritoria actuación alcanzó el Grado de General. En la Batalla de Araure era Comandante de la Caballería de San Carlos, la cual se componía de doscientos jinetes. Quedó herido en el campo de batalla, y su nombre figura al lado de otros héroes, en el parte oficial de ese 5 de diciembre de 1813. 

Manuel Gogorza
Alcanzó el grado de Coronel en la Campaña Admirable. Era natural de Trujillo 133 y desde 1810 había comenzado a combatir por la independencia. En Araure lo vemos al frente de 400 infantes del Batallón “Valencia”, donde tuvo que luchar palmo a palmo con el contrario. El 2 de febrero de 1814 al frente de trescientos infantes y cien caballos participa en el asalto al pueblo de Ospino, para auxiliar al Batallón Barlovento, donde murió el temible Yáñez 134. También se destaca en San Mateo. Fue fusilado en Valencia el 9 de julio de 1814, después de la Capitulación de aquella ciudad.135

Pedro Miguel Chipia
Militar venezolano que en julio de 1811 era cadete del Cuerpo de Artillería de Caracas, y fue Subteniente del mismo. 136 Había nacido en Trujillo 137 y en esta Provincia se le unió en octubre de 1813 a Bolívar. Era ya Capitán cuando resultó herido en la Batalla de Araure; participó en las campañas del 14 y en la emigración a la Nueva Granada. Asistió a la toma de Bogotá, y participó en la expedición de Los Cayos como Coronel. Murió peleando por la libertad el 11 de abril de 1817 en la Batalla de San Félix, al lado del caraqueño José María Landaeta. 138

Pedro Fermín Briceño
Había nacido en 1765. Fue Alcalde Ordinario de Trujillo en 1798 y 1804. También fue Teniente y Justicia Mayor de Escuque. Estuvo en octubre de 1810 representando a la ciudad de Trujillo como Vocal de la Junta Revolucionaria. 139 Después de esto, fue desterrado a Puerto Rico de donde logró evadirse junto con su hermano Domingo y otros próceres. Al llegar a su Patria, regresa a Caracas en junio de 1813, donde es arrestado por orden de Monteverde. Una vez en libertad sigue prestando sus servicios a la Independencia; de esta forma lo vemos en Araure a la edad de 48 años, donde resulta herido. 140 Casó en Maracaibo con Doña Rosa Valbuena y murió en Caracas en  julio de 1840.

Rudecindo Canelón
Preso por Monteverde en el Occidente, sorprendió mucho a sus enemigos por la firmeza con que sostenía la causa de la Libertad. Estuvo preso también en Puerto Rico y en Coro. Era “extraordinariamente audaz”, tanto así que en la Batalla de Araure con sólo ochenta soldados atacó al ejército combinado de Yáñez y Ceballos compuesto de más de 3.700 hombres. Fue uno de los pocos sobrevivientes, al lado de Manrique, después de la carnicería de que fueron objeto a principios del combate. 141 Su arrojo hace posible la embestida contra los españoles, al frente de los “Valerosos Cazadores”, para salvar con sus carabineros la compañía del Capitán Tomás Planes. 142 Sin embargo su ferocidad al servicio de La patria se apagará en la acción que se desarrolló en las alturas de Pantanero en La Victoria. Allí el 12 de febrero de 1814 cae muerto, al pelear valientemente contra el tirano José Tomás Boves. De él ha escrito Antonio Muñoz Tébar: “En honor de este intrépido oficial, es preciso decir, que son muy pocas las batallas que ha habido en Venezuela, felices o desgraciadas, en que no se haya batido con desesperación al lado del estandarte tricolor. Furioso se precipitaba sobre las líneas enemigas, desafiando la muerte que le respetó mucho tiempo. Nada fue capaz de aterrarle...143

Tomás Planes
Español de origen radicado en Mérida. Se unió al Ejército Libertador en mayo de 1813. En la Batalla de Araure, fue uno de los sobrevivientes de los “Valerosos Cazadores” cuando era Capitán al lado del heroico joven Manuel Manrique. 144 Siendo Teniente se distinguió en la Acción de Niquitao como Edecán de José Félix Ribas, quien escribió de él: “siendo mi ayudante y cumpliendo con la mayor fidelidad en este cargo, se arrojó varias veces sobre el enemigo, tomando un fusil en la mano, haciendo las veces de un soldado”. 145

Juan Vicente Landaeta
Militar republicano nacido en Valencia de Venezuela hacia 1772. Se alistó como Cadete en 1787 en el Batallón de Infantería Disciplinada de Blancos  de su ciudad natal. Ascendió a Teniente en 1797 y a Capitán en 1824. El 13 de septiembre de 1813 pelea en Cerritos Blancos al lado de Ramón García de Sena, y en octubre del mismo año le encontramos peleando en la sabana de Jujure o Turén. En este combate poco conocido, 146 Landaeta atacó a 800 infantes y 200 jinetes quienes amotinados en las bocas calles y plaza principal del pueblo, causaron estragos en la zona. Los realistas perdieron 125 soldados y parte de sus armas y pertrechos, mientras que el ejército patriota no experimentó la menor desgracia.

Con 41 años de edad, lo vemos en la Batalla de Araure al frente de las Caballerías de San Carlos y Calabozo, ocupando el ala izquierda. 147 Murió siendo Coronel en la acción de Ocumare en el año 1816.

Francisco Conde
Uno de los próceres de incansable trayectoria. Había nacido en Caracas en 1780 y desde 1811 lo vemos en la lucha al lado de Miranda. Participó con el Libertador en casi todas las campañas de 1813. En la Batalla de Araure era Capitán a los 33 años, y ocupaba el puesto de Segundo Comandante 148 del Batallón “Vencedor de Araure”. Su hoja de servicios está llena de combates al lado de los grandes: Urdaneta, Páez, Mariño y otros. Diputado al Congreso de Angostura en 1819, Gobernador de Guayana en 1821, de Barinas en 1823 e Intendente del Departamento de Apure en 1825. Fue miembro de la Convención de Ocaña y en 1830 del Congreso de Venezuela. Ascendió a General de Brigada en 1834. Muere en 1842. 149

Andrés Linares
Había nacido en San Lázaro, Estado Trujillo, hacia el año 1780. 150 Se destacó en la acción de Mosquiteros el 14 de octubre de 1813 con “distinguida conducta”. 151 En la Batalla de Araure forma parte del Batallón “Barlovento” a la edad de 33 años. Al terminar la Batalla, en la Aparición de la Corteza, el día 6, fue mandado al frente de ese Batallón a Barquisimeto junto a la División de Villapol. 152 Años después mandaba el Cuerpo de “Soberbios de Antioquia” en Nueva Granada (Colombia) cuando cayó prisionero de los realistas, y fue fusilado el 3 de septiembre de 1816 153 en la Plaza de Santa Fe. 154

Francisco Piñango
Según López Contreras, 155 en Araure estuvo un Escuadrón de Caballería al mando de un prócer de apellido Piñango. Creemos que se trata, con toda seguridad, de Francisco Piñango, quien participó en el asalto a Puerto Cabello, al frente del Cazadores donde “se ha distinguido por su valor e intrepidez”, 156 y resultó levemente herido. También se distinguió con el Grado de Coronel al mando del Batallón de Barcelona, y murió en la acción de Quebrada Honda, en agosto de 1817. Era hermano de Judas Tadeo Piñango, más tarde General de la República.

Miguel Zagarzazu
Nació en Cagua en 1795. Se alistó en las banderas republicanas siendo un adolescente y combatió a las órdenes de Miranda.

Se destacó en las jornadas de La Victoria, San Mateo y La Puerta. Cuando combate en la Batalla de Araure, al frente del escuadrón “Soberbios Dragones”, apenas tiene 18 años. Una larga lista forma su rica hoja de prócer destacado: Magüeyes, Urica, El Alacrán, El Juncal, Campaña de Guayana, San Félix, Sitio de Angostura, Calabozo, El Sombrero y Semen, acción esta última donde resultó herido de gravedad. Restablecido lo vemos con Páez en los llanos, y en Carabobo es Capitán de Cazadores del Batallón Bravos de Apure. Fue ascendido a Teniente Coronel y condecorado con la Cruz de los Libertadores de Venezuela. Siendo Coronel sostuvo la causa bolivariana de la Gran Colombia y en 1830 fue testigo de la muerte del Libertador en Santa Marta. Regresó a Venezuela y falleció en 1862 llegado casi a los setenta años. 157

Juan Montes
Notable prócer nacido en Caracas hacia 1783, se incorpora a la lucha desde 1810. Participa en la toma de Valencia en 1811 y después de la Capitulación de Miranda estuvo preso en Puerto Cabello. Reincorporando, lo vemos en la Batalla de Araure a los 30 años de edad como Cirujano. Después de la Batalla de Urica emigra a las Antillas y en 1816 estaba en la Isla de Margarita, de donde pasó a Guayana el año siguiente con el Almirante Brión. Desde 1817 en adelante prestó servicios en Angostura como Cirujano Militar atendiendo también la población civil. Llegó a ser General de la República y murió en Ciudad Bolívar en 1870 a los 87 años de edad.  158

Ignacio Luque
Es otro de los oficiales que en la Batalla de Araure se sobrepusieron a la matanza de los “Valerosos Cazadores” al mando de Manrique. Había resultado herido en las jornadas de Las Trincheras 159 y se destaca en San Mateo en 1814. 160 Con el grado de Coronel mandaba un Batallón en Ayacucho. Tuvo destacada participación en los sucesos de Cartagena de 1830 a 1831 y fue expulsado de la Nueva Granada en 1834. Su nombre viene a la memoria del Libertador por su acción heroica en Araure, y lo destaca entre otros, en su Discurso del 2 de enero de 1814. 161

José Blanco
Pelea en Las Trincheras el 3 de octubre de 1813, por lo cual Rafael Urdaneta recomienda “su valor y entusiasmo”. 162 Sin embargo este valor le va a hacer falta a la Patria, cuando siendo Capitán cae muerto el 5 de diciembre en la Batalla de Araure. Fue otro de los destrozados con el Batallón de “Valerosos Cazadores” a las órdenes de Manrique. 163

Manuel Almeida
Al igual que el anterior, pelea contra el Coronel Luciano D’Elhuyar en Las Trincheras, donde resulta herido. 164 Cae mortalmente junto a los “Valerosos Cazadores”, siendo Subteniente, en el campo de Batalla de Araure, el 5 de diciembre de 1813. 165

Nicolás Briceño
Para el momento de redactar estos apuntes, no tenemos todavía claro si se trata de Nicolás Pulido Briceño 166. Urdaneta en sus Memorias dice que en plena Batalla de Araure, y bajo los fuegos enemigos, el Libertador mandó una de los Capitanes de los “Soberbios Dragones” de nombre Nicolás Briceño, 167 “a tomar dos piezas de artillería de las alas enemigas de las más mortíferas” y “ejecutóse esa acción bravamente”. Creemos que se trate, casi seguramente, del hijo 168 del coronel Pedro Briceño Pumar, actor también de los hechos. Sin embargo este Nicolás Briceño y Nicolás Pulido Briceño, se nos presentan confusos. Los dos eran barineses y lucharon en la misma época por la independencia. 169

Manuel Antonio Pulido Briceño
Prócer barinés, hijo del español Antonio Pulido León y la barinesa María Inés Briceño Pumar. Nació en 1780. Era dueño del hato “La Calzada”, en donde halló trabajo y refugio en su juventud José Antonio Páez. Fue miembro de la Junta Suprema de Barinas en 1810 y posteriormente Gobernador de esa Provincia. 170 Con este cargo encabeza en 1813 la emigración hacia San Carlos, en donde se incorpora a la Campaña. 171 Lucha con 33 años en la Batalla de Araure y después de esta acción, en desacuerdo con Bolívar por diferencias en las ideas políticas de ambos, emigra en 1814 a Curazao. 172 Allí permaneció hasta 1817 cuando al viajar en misión diplomática a Haití, pereció en un naufragio.

Ramón García de Sena
Hijo de una notable familia de próceres 173 había nacido probablemente en La Victoria, Estado Aragua hacia el año 1779. Fue Secretario de Guerra durante la Primera República en abril de 1812. 174 En la Batalla de Araure, siendo un hombre de 34 años, formaba parte del Estado Mayor del Libertador, 175 y posterior a ésta Bolívar lo destaca hacia la Provincia de Barinas como Gobernador. Permaneció poco tiempo en ella, ya que el 10 de enero de 1814, los jefes realistas Yáñez, Puy y Ramos, lo hacen salir con su tropa.176 Muere el 15 de junio de 1814 en la Batalla de La Puerta. 177

Miguel Monagas
Muy poco hemos encontrado sobre este militar. Sabemos que peleó en Las Trincheras el 3 de octubre de 1813, siendo Subteniente 178 donde fue herido; y sin reponerse de esto volverá a derramar sangre por la Libertad en la batalla de Araure. En ella peleó con el grado de Capitán, ascenso que le dio el propio Bolívar dos meses antes de la batalla el 5 de octubre en Valencia, cuando estaba al frente de la 2da. Compañía del Batallón de Cazadores. 179

Mauricio Encinozo
Prócer barinés que en julio de 1811 era Presidente de turno de la Junta Superior de Gobierno de Barinas. Se distinguió en La Victoria en febrero de 1814. Acompañó a Bolívar en la expedición de Los Cayos en 1816 y resultó herido en la batalla de El Alcaraván en 1817. Llegó a ser Coronel al frente de Granaderos de la guardia y posteriormente Comandante General de la Provincia de Trujillo. En la Batalla de Araure siendo Capitán, resultó herido.

Pedro Lovera
Muy poco encontrado acerca de este prócer. Sólo que en la Batalla de Araure era Cabo 2do. del Batallón “Vencedor de Araure”, y que el Libertador le concedió el 17 de febrero de 1814, la Gracia de inválidos en su tercera parte, como puede verse en un documento de esta fecha, en los “Escritos del Libertador”.

Antonio Ascanio
Prócer venezolano de larga existencia, había nacido en Caracas hacia fines del siglo XVIII, hijo de Bernardo Ascanio y Juana Franquiz. En 1811 se alistó con el grado de Alférez, en el Ejército de la República. Combatió en Vigirima. Al pelear en la Batalla de Araure no pasaba de 19 años de edad. En 1814 fue uno de los defensores de Valencia, durante el primer sitio de la ciudad. Lo encontramos en la batalla de Aragua de Barcelona, y en la expedición de Los Cayos. Participó en las campañas de Margarita, Carúpano y Ocumare de la Costa y siguió con el Ejército hacia el interior combatiendo en El Alacrán y El Juncal. Peleó en la campaña de Guayana, y siguió luchando hasta Carabobo en 1821 donde lo vemos como Teniente Coronel. En 1826 se destacó en la persecución del guerrillero realista Dionisio Cisneros, activo en las cercanías de Caracas. Había enviudado de Benigna Ustáriz y luego casó con Trinidad Rivas Pacheco. Falleció en 1856 pasados ya los 57 años de edad. 180

José María Ortega
Más tarde General. Oriundo de Bogotá, 181 se une a Bolívar a principios de la Campaña Admirable. Pelea con el Libertador en el sitio de Barinas, 182 el 5 de julio de 1813, contra el Coronel Antonio Puy. En la Batalla de Araure, formaba parte de la Retaguardia, 183 siendo Coronel al frente de las fuerzas vencedoras en Vigirima.

José Hilario Ortiz
Casi nada hemos encontrado acerca de este militar, sólo que en la Batalla de Araure, era el Capitán de la Caballería de Caracas, que cubría el ala derecha, al lado de Briceño Pumar. 184

José María Fernández
Al referirse a la Batalla de Araure, Bolívar hace elogios a un oficial del “Valerosos Cazadores” de apellido Fernández. 185 Los investigadores de la Sociedad Bolivariana de Caracas, han sugerido 186 que se trata del oficial español de carrera José María del Sacramento Fernández, nacido en Ceuta. Cádiz, en 1759. Hijo de militar, se alistó como Cadete en 1771 a los 12 años, y en 1810 era Capitán del Batallón Veterano de Caracas. Murió en el Fortín La Cabrera, el 17 de julio de 1814, al tomar las fuerzas de Boves aquel punto. 187

Manuel Aldao y Pedro Aldao
Al recordar la Batalla de Araure, José de Austria hace elogios, en el Estado Mayor del General Bolívar, a oficiales del apellido Aldao. 188
Por esta fecha dos son los próceres de este apellido: Manuel y Pedro. El primero era hijo de un oficial español del mismo nombre y había nacido en Caracas hacia 1776. Se alistó como Cadete en 1790. Perteneció al Cuerpo de Ingenieros del cual llegó a ser Teniente Coronel e Inspector General durante la República. Murió en la acción de La Puerta al mando del Batallón Aragua en 1814. 189
Por su parte Pedro Aldao era Comandante en Jefe del Ejército de los llanos en noviembre de 1813. 190 Había nacido en el año de 1779. Murió después de la Batalla de Araure al enfrentarse contra Boves en el paso de San Marcos en el estado Guárico.191

Antonio París y Manuel París
Hijos ilustres de la familia bogotana de los París y hermanos también de otros próceres: Joaquín, Mariano y José Ignacio. Antonio y Manuel se distinguieron “entre tantos valientes”, en Batalla de Araure. 192 Antonio había sido herido en el sitio de Barinas en julio de 1813, y Manuel, siendo Teniente Coronel fue ejecutado por orden de Boves, en Valencia a mediados de 1814. 193
No obstante todos estos héroes, otros son los nombres que han hecho posible esta página gloriosa de la historia de Venezuela en Araure. Aunque no hemos hallado sus datos, ellos figuran en algunos boletines e informaciones que nos llegan aislados.
De los que quedaron muertos en el propio Campo de Batalla, pertenecientes al Batallón de “Valerosos Cazadores”, lo fueron los Subtenientes Isidro Pérez, Fernando Perera y José Párraga, así mismo el ayudante Fortunato Rodríguez, y los dos abanderados. 194 Al lado de los Cazadores perecieron todos los oficiales de la Caballería de Barinas. Otros, por su parte, sólo nos han dejado su apellido, y ante ellos una letra “N” nos dice que no se sabía o recordaba el nombre a la hora de redactar el parte oficial. Estos son, un Subteniente de apellido Espinoza 195 de los “Soberbios Dragones”, herido en el campo, un Capitán Díaz, 196 de la Vanguardia de Manrique, quien junto a Rudecindo Canelón, acomete con su arrojo al principio de la Batalla.

José Antonio Anzoátegui Hernández
General, prócer de la independencia de Venezuela y Colombia. Nace en Barcelona (Venezuela) el 14 de noviembre de 1789 y muere en Pamplona (Colombia) el 15 de noviembre de 1819.
1811-1812:  Milita en la primera expedición republicana a Guayana, comandada por el general del Estado de Caracas Francisco González Moreno.
1813: Se incorpora al ejército Libertador con el grado de capitán; toma parte en la Batalla de Araure (diciembre, 5)
1814: Figura en las batallas de Bocachica (marzo, 31),El Arao (abril, 16) y primera de Carabobo (mayo, 28); a raíz de la pérdida de la II República emigra a la Nueva Granada con la división del general Rafael Urdaneta y durante el tránsito lucha en Mucuchíes (septiembre, 17) contra las fuerzas realistas de Sebastián de la Calzada y Remigio Ramos. En diciembre del mismo año, bajo la dirección de Bolívar actúa en la reducción del gobierno republicano de Bogotá (Estado de Cundinamarca) presidido por Manuel Bernardo Alvarez, disidente del poder central de la Unión establecido en Tunja.
1816: Ascendido por el Libertador a teniente coronel en los Cayos de San Luis (Haití), figura en la expedición naval de ese nombre y concurre a la toma de Carúpano (junio, 1°) y al desembarco en Ocumare de la Costa (julio, 6); participa en el combate librado en Los Aguacates (Aragua) (julio, 13-14) contra el brigadier Francisco Tomás Morales.
1817:  Acompaña a Manuel Carlos Piar a la campaña de Guayana, bajo cuyas órdenes lucha en la batalla de San Félix (abril, 11), donde por sus méritos Anzoátegui fue promovido a general de brigada; integra como vocal el consejo de guerra que en Angostura condenó a la pena capital al general Piar (octubre).
1818: Toma parte en la campaña del Guárico y centro de Venezuela con el empleo de comandante de la Guardia del ejército libertador, durante cuya empresa combatió en Calabozo (febrero, 12), El Sombrero (febrero, 16) Semén (La Puerta) (marzo, 16) Ortiz (marzo, 26) y Cojedes (mayo, 2).
1819:  Concurre a la junta de jefes convocada por el Libertador en la aldea de Setenta a orillas del Apure (mayo, 23) en la que se decidió la invasión de la Nueva Granada; comanda la división de retaguardia en la campaña libertadora de la Nueva Granada; comanda la división de retaguardia en la campaña libertadora de la Nueva Granada, en el curso de la cual participó con brillo en las acciones de armas reñidas en Gámeza (julio, 11), Pantana de Vargas (julio, 26) y Boyacá (agosto, 7). En el mismo año, ya general de división, el valeroso barcelonés muere de enfermedad repentina en Pamplona (noviembre, 15) su cuerpo recibió sepultura en la iglesia de N. Señora de las Nieves de la mencionada ciudad colombiana.
El general Anzoátegui contrajo matrimonio en su tierra natal, en 1813, con doña Teresa Arguindegui Arrioja, hermano de los próceres militares de la Independencia José María y Juan 


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Sobre todos estos nombres y apellidos se ha construido la Patria. Ella es la suma de esas vidas y esas acciones. Suma de virtudes y de ideas. Sangre y espíritu de los que a este pedazo de tierra le dieron la Libertad.

Pero el fulgor de estos héroes, no debe apagar el nombre de los que la historia no ha conservado su identidad. Ese “Soldado desconocido”, que en Araure está representado en el hombre que, ¡valiente!, se yergue en la lucha al frente de los Batallones Barlovento, Cazadores, Villapol, Caballería de Barinas, Valencia, La Guaira, Dragones y Vencedores de Araure. Ese que dejó llorando a la madre, la esposa o el hijo para ir al combate y perecer. Ese a quien nuestra deuda es sumamente alta y cuya memoria no apagarán los siglos.

A todos estos varones, que muy bien podríamos resumirlos con el calificativo de “Vencedores de Araure”, el Libertador les hace honor y los colma de elogios. Es justo. Bolívar sabe que la Patria no pudo ser posible sin ellos. Por eso cuando está en lo más alto de la cumbre, después del triunfo, le dice al pueblo de Venezuela: “Yo no os he dado la Libertad. Vosotros la debéis a mis compañeros de armas. Contemplad sus nobles heridas, que aún vierten sangre; y llamad a vuestra memoria los que han perecido en los combates... cuyo nombre no tengo presente y cuyo ímpetu y arrojo publican Niquitao, Barquisimeto, Bárbula, Las Trincheras y Araure”197.

La vida de todos ellos, jóvenes en su mayoría, debe ser acicate que nos mueva. ¡Mejor lección no han podido darnos! De ellos dirá Eduardo Blanco, al verlos tendidos en la sangrienta arena: “... soldados adolescentes, cuyas infantiles cabezas parecen sonreír bajo el pálido velo de la muerte...” ¡Es que la bandera victoriosa de Venezuela se levantó sobre doscientos mil cadáveres...! ¡Araure es sólo una bella página!


CITAS:

3.     Citado por Alfonso Rumazo González en “Bolívar”, p. 78
4.     ibídem, p. 79
5.     Salvador de Madariaga, Bolívar Tomo I, p. 390
6.     Rumazo González, ibídem, p. 80
7.     Eleazar López Contreras, Bolívar, conductor de tropas. P. 51
8.     ibídem, p. 52
9.     Sobre este toque de corneta, cuyo origen no está aún bien esclarecido véase La Guerra de la Independencia en el Estado Lara, de Lino Iribarren Celis, Tomo VII, p. 229 y sigs.
10.  El jefe realista Oberto expresará en 1818: “Dejaron el Campo sembrado de cadáveres cuyos fragmentos aún subsisten a pesar de las llamas y del transcurso de más de cuatro años” )Citado por Barrios Freites en Batalla de Araure, pág. 1)
11. Eleazar López Contreras, ibídem, p. 53; Alnfoso Rumazo Gonzáles, ibídem, p. 84; y Augusto Mijares El Libertador, p. 255
12. Vicente Lecuna, Crónica razonada de las guerras de Bolívar, p. 160
13. Alfonso Rumazo González, op. Cit., p. 85. Sobre estos y otros acontecimientos recomendamos la lectura del libro  El Libertador de Augusto Mijares, p. 249 y siguientes.
14. Sobre la emigración pueden consultarse todos sus detalles, en el libro Recuerdos Históricos de Lucio Pulido, protagonista de los hechos, p.23 y sigs. También Vicente Lecuna en Boletín N° 106 de la Academia Nacional de la Historia, p.387
15. Lucio Pulido, ibídem, p. 27
16. Vicente Lecuna “La Guerra a Muerte” en Boletín de la Academia Nacional de la Historia N° 106, p. 387
17. Lucio Pulido, op. cit. Pág. 27
18. Vicente Lecuna, La Guerra a Muerte, p. 387
19. Alfonso Rumazo González, op. cit. p. 85
20. Augusto Mijares, op.cit., p. 246 y 247
21. Datos tomados de la Sección “Matrícula-Araure”, Carpeta N° 4, en Archivo Arquidiocesano. Caracas.
22. Salvador de Madariaga, op. cit., p. 407 y Manuel Barrios Freites en Batalla de Araue, p. 1
23. Salvador de Madariaga op. cit. p. 407
24. Francisco Rivas Vicuña, Las Guerras de Bolívar, p. 250
25. Francisco Javier Yanes, Relación Documentada de los principales sucesos ocurridos en Venezuela desde que se declaró la Independencia hasta el año de 1821, p. 133
26. Vicente Lecuna. “Batalla de Araure” en El Nuevo Diario N° 334 del 5 de diciembre de 1913, ps.1-2
27. Francisco Javier Yanes, op. cit., p. 135
28. Véase plano de la zona anexo. La noticia de su muerte apareció en la Gaceta de Caracas N° XXIV del día 16 de diciembre de 1813. El hecho también lo refiere Francisco Javier Yanes, en su op. cit. p. 135
29. Ocupaban en 1784 la casa N° 49, con numerosos criados. Matrícula Araure. Archivo Arquidiocesano, Carpeta N° 4
30. Véanse sus datos biográficos en el Capítulo VII de esta obra.
31. Gaceta de Caracas N° XXIV del 16 de diciembre de 1813. Citado también en “Escritos del Libertador”. Tomo VI, p. 173
32. Matrícula Araure. Archivo Arquidiocesano. Carpeta N° 4
33. “Escritos del Libertador”, Tomo VI, p. 165
34. Rivas Vicuña, op. cit. ps. 250-251
35. Rafael Urdaneta, Memorias del General Urdaneta, p. 31
36. “Escritos del Libertador”, Tomo V p. 302
37. Rivas Vicuña, op. cit., Pág. 255
38. Vicente Lecuna, Boletín N° 106, Academia Nacional de la Historia, Pag. 389
39.  Vicente Lecuna, “Batalla de Araure”, en El Nuevo Diario del 5 de diciembre de 1913
40. Eleazar López Contreras. op., cit., Pág. 55
41. Vicente Lecuna, Crónica razonada de las Guerras de Bolívar. Pág. 160
42. Idem.
43. Francisco Javier Yanes, estima la cantidad realista en 7.200 hombres op. cit., Pág 135
44. Manuel Barrios Freites, Batalla de Araure, Págs. 2-3
45. Eleazar López Contreras. op. cit., Pág. 56
46. Idem
47. Daniel Florencio O’Leary, Memorias, Pág. 291
48. Rafael Urdaneta, op. cit., Pág. 33
49. Idem
50. Daniel Florencio O’Leary, op. cit., Pág. 291
51. Alfonso Rumazo González, op. cit., Pág. 87
52. Rafael Urdaneta., op., cit., Pág. 33. En el Discurso pronunciado por el Sr. Hermógenes Rivero Saldivia, el 19 de diciembre de 1933 (ver bibliografía), se especifica lugar exacto donde acampó Bolívar. Pág. 12
53. Boletín del Ejército Libertador N° 25. “Escritos del Libertador”, Tomo V. pág. 320.
54. José de Austria, Bosquejo de la historia Militar de Venezuela en la Guerra de la Independencia. Pág. 335.
55. Citado por Silva Uzcátegui en el Estado Portuguesa. Págs.198 y ss., donde publica el fragmento.
56. Boletín N° 25 del Ejército Libertador. Escritos del Libertador. Tomo V Pág. 320.
57. José de Austria, op., cit., Pág. 33
58. Pedro Briceño Méndez. Relación Histórica. Pág. 27 y ss
59. José Félix Blanco, en el fragmento de la Batalla, en el Estado Portuguesa de Silva Uzcátegui. Pág. 199
60. Idem.
61. Eloy G. González., op., cit. tomo II. Pág. 19
62. Boletín del Ejército Libertador N° 25, Ibidem, Tomo V. pág 320. Hay quienes afirman que Bolívar entró a orar en la Iglesia del Pilar antes de la batalla, información que no hemos encontrado en ninguna parte. Este acto privado parece que sólo ocurrió después de la jornada.
63. Nectario María. Orígenes Portugueseños en La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Guanare. Capítulo VIII. Pág. 323.
64.  Manuel Barrios Freites, Batalla de Araure. Pág. 4
65.  Hastario: Soldado de la primitiva legión romana armados de picas.
66.  Pedro Briceño Méndez, op., cit., Pág. 28
67.  Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág 87
68.  Ibidem. Pág. 88
69.  José de Austria, op., cit., Pág. 336
70.  Rafael Silva Uzcátegui, op., cit., Pág. 199
71.  Alfonso Rumazo González., op., cit., Pág 88
72.  Rafael Silva Uzcátegui, op., cit., Pág. 199
73.  Pedro Briceño Méndez, op., cit., Pág. 28
74.  Rafael Urdaneta, op., cit., Pág. 35
75. Boletín N° 25 del Ejército Libertador, Escritos del Libertador Págs 320 y 321; también Vicente Lecuna, Crónica razonada de las Guerras de Bolívar, Pág. 102.
76. Rafael Urdaneta, op., cit., Pág. 35
77. Manuel Barrios Freites. Batalla de Araure, Pág. 6; Rafael Urdaneta, op., cit., Pág. 36
78. Rafael Urdaneta, op., cit., Pág. 36
79. Rafael Silva Uzcategui, op., cit., Pág. 199
80. Alfonso Rumazo González., op., cit., Pág. 88
81. Carta de Bolívar a Santiago Mariño, once días después de la batalla. Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 341 y ss
(*) Antiguo cañón corto, parecido a un mortero que utilizaba piedras como municiones. De ahí su nombre.
82. Ibídem Pág. 89
(*) Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág 88
83. Pedro Briceño Méndez, op., cit., Pág. 28
84. Vicente Lecuna, op., cit., Pág. 163
85. Bolívar era ambidextro y cuando combatía personalmente solía cambiar la espada de una mano a otra, lo que hizo según testigos presenciales en la Batalla de Araure en 1813 y en La Puerta en el año 18. augusto Mijares op., cit., Pág. 338
86. Vicente Lecuna, op., cit., Pág. 163
87. Rafael Baralt y Díaz. Resumen de Historia de Venezuela, Pág. 171
88. José de Austria, op., cit., Pág. 337
89. Rafael Urdaneta op., cit., Pág. 37
90. Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág. 89
91. Rafael Urdaneta, op., cit., Pág. 37; Rafael Silva M., op., cit., Pág. 200
92. Vicente Lecuna, op., cit., Pág. 164; José de Austria, op., cit., Pág. 33
93. Véase la relación de lo abandonado en el campo, en Sección Documental referente a este Capítulo. Al referirse a la crueldad del realista Francisco Rosete en el Diccionario de Rojas Pág. 701, encontramos el siguiente dato: “A Yáñez se le encontró en el campo de Araure un hierro en forma de “R” para marcar a los patriotas traidores”
94. Rafael Urdaneta, op., cit., Pág. 37
95. Boletín del Ejército Libertador N° 25, “Escritos del Libertador” Tomo V, Pág. 321.
96. Al arqueólogo Raúl H. de Pasquali, un anciano agricultor le relató en los años sesenta la siguiente leyenda, cuando hacía investigaciones en Guache acerca de unos escombros: “Esa es la casa del español, en el fondo de ese viejo aljibe en Semana Santa se ven lucecitas de todos los colores, hay un entierro. El Español de esa casa era muy rico, cuando supo que los españoles habían perdido la batalla de Araure,  temeroso por ser realista se enterró con su dinero en el aljibe Prefirió morir antes de caer en manos de los soldados del Libertador”. Notas Arqueológicas. Pág. 39.
97. José de Austria, op., cit., Pág. 338. Manuel Barrios Freites en su documento trabajo cuenta que los patriotas celebraron mucho la prisión de un zambo llamado Francisco Parra (alias Chuca Galeno), feroz guerrillero realista que en las montañas de Terepaima se encargaba de asesinar a los fugitivos que huían de la derrota de Tierritas Blancas, por lo que fue fusilado en el acto.
98. Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág. 89
99. José de Austria, op., cit., Pág. 337
100. Boletín N° 26 del Ejército del Libertador, Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 325.
101. Rafael Baralt y Díaz, op., cit., Pág. 161
102. Vicente Lecuna, op., cit., Pág. 165
103. El iilustre Vicente Lecuna dice que esta bandera había quedado unto con el botín de guerra en Araure, y que Bolívar entregó una bandera Republicana. Sin embargo, el Padre Blanco, testigo de los hechos, dice que “la del famoso Batallón de Numancia fue dada por el mismo Libertador”.
104. Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 326
105. El dato lo tomamos del Archivo personal del historiador Manuel Landaeta Rosales, que se encuentra en la Academia Nacional de la Historia, Sección Archivo, Tomo IX-14, Folio 18.
106. José de Austria, op., cit., Pág. 338; Boletín N° 26, Escritos del Libertador Pág. 326
107. Eloy. G. González, op. cit., Tomo I, Pág. 22
108. Rafael Urdaneta, op., cit., Pág 38
109. Véase Sección documental referente a este Capítulo.
110. Pedro Briceño Méndez, op., cit., Pág. 29
111. Nectario María “orígenes Portugueseños” en La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare. Pág. 327. La pila bautismal aparece fotografiada.
112. Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág. 30
113. José de Austria, op., cit., Pág. 337
114. Vicente Lecuna, op., cit., Pág. 166
115. Véase este extracto en los documentos referentes a este Capítulo.
116. Augusto Mijares, op., cit., Pág. 256
117. Escritos del Libertador, Tomo V Pág. 342
118. Con respecto a esta indisciplina de los realistas, Heredia cuenta lo siguiente: “Había una poco disciplina, aun en la División de Coro, que en el mismo día de la batalla y a principios de ella conducía un oficial un prisionero que acababa de hacerse (seguramente de los “Valerosos Cazadores”) y el General lo mandó a custodiar, quizá con ánimo de examinarlo; y un Godo de los más habladores se empeñó en que le había de degollar a sangre fría, y lo consiguió, sin embargo, de las insinuaciones del Conductor, el cual tuvo que abandonar la defensa de aquel infeliz, por no correr igual suerte y evitar un tumulto en un momento tan crítico”. José Francisco Heredia y Mieses, en Memorias de las Revoluciones en Venezuela, Edición de Madrid. Pág. 231.
119.  Citado por Manuel Barrios Freites en “Batalla de Araure”, Pág. 5,. También Vicente Lecuna en Boletín de la Academia Nacional de la Historia de Caracas, N° 106, Pág. 395
120. Mijares, op., cit., Pág. 337
121. Salvador de Madariaga op., cit., Pág. 407
122. Manuel Barrios Freites, Batalla de Araure, Pág. 4
123. Francisco Rivas Vicuña, op., cit., Pág. 257
124. Idem. También Salvador de Madariaga, op., cit., Pág. 407
125. Escritos del Libertador. Tomo VI, Pág. 197
126. Vicente Lecuna, Crónica Razonada de las Guerras de Bolívar, Pág. 169
127. Don Vicente Lecuna dice que Páez "ingrato siempre al Libertador” inventa en su Autobiografía un “cuento de camino” para explicar su salida de la cárcel, sin atribuirla a la victoria de Araure (Memorias, edición de Madrid, pág. 61), y lo desmiente citando una carta del Gobernador de Barinas, Vicente Becerra, al General Cagigal de fecha 28 de agosto de 1814, donde dice: “Puy quien hacía de Gobernador abandonó esta ciudad en la noche del 6 de diciembre a consecuencia de la derrota o dispersión de nuestro ejército en Araure en Crónica Razonada, de las Guerras de Bolívar, Pág. 169, Nota 70
128. Francisco Rivas Vicuña, op., cit., Pág. 251
129. Idem.
130. Francisco Javier Yanes, op., cit., Pág. 137
131. Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 32
132. Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág. 9
133. Francisco Rivas Vicuña, op., cit., Pág. 26
134. Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág. 7
135. Vicente Lecuna, op., cit., Pág. 16
136. Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 64
137. Ibidem, Pág. 10
138. Ibídem. Pág. 19
139. Ibídem. Tomo V Pág. 341 y ss.
(*)   Véase éste en Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 319
(**) Antiguo cañón corto, parecido a un mortero que, según algunos autores, utilizaba piedras como municiones, de ahí su nombre.
(***)  El documento original según han dicho los especialistas de los Escritos del Libertado está roto, por lo cual han deducido “ a tiro de fusil”. Hemos creído que la frase es la que usa Rafael Urdaneta: “a tiro de pistola” (“Memorias”, Pág. 36)
140. Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág. 86 y 87
141. Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 8
142. Alfonso Rumazo González, op., cit., Pág. 85
143. Citado por Eduardo Blanco en Venezuela Heroica, Pág. 46
144. Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 57 
145. Eduardo Blanco, op., cit., Pág. 36
146. Artículo de Necrología, escrito por Antonio Muñoz Tébar. La esposa de Rivas Dávila se llamaba María de Jesús Rivero, y después de Carabobo en 1821, aún vivía en Caracas. (Véase este interesante artículo en Escritos del Libertador, Tomo VI, Págs. 207 y ss.
147. Datos en Escritos del Libertador, Tomo IV, Pág. 400
148. Virgilio Tosta, El Libertador y Barinas, Pág. 65
149. Ibídem, Pág. 63
150. Datos en Escritos del Libertador, Tomo IV, Pág. 363
151. Ibídem, Tomo V, Pág. 321
152. Narración personal hecha por José de Austria, op., cit., Pág. 337
153. Ibídem. Pág. 336
154. Ibidem.
155. Escritos del Libertador, Tomo V. Págs. 50 y 110
156. Véase Virgilio Tosta, op., cit., Pág. 13 y ss.
157. Diccionario Biográfico, Pág. 186
158. Sobre esta obra véase nuestra bibliografía
159. Boletín N° 39 del Ejército Libertador, Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 175
160. Sobre la vida de estos ilustres puede consultarse, el Diccionario Geográfico y Bibliográfico de Venezuela, Pág. 118
161. Boletín N´| 25 del Ejército Libertador, Escritos del Libertador, Tomo V, Pág 320
162. Artículo de Necrología, Ibídem Tomo VI, Pág. 212
163. Idem
164. Datos en “Mis mejores amigos” de Vinicio Romero Martínez, Págs. 51-52
165. José de Austria, op., cit., Pág. 336
166. Lino Iribarren Celis, op., cit., Pág. 100
167. Boletín N° 26 del Ejército Libertador, Tomo V, Pág. 326
168. Lino Iribarren Celis, op., cit., Pág. 236
169. Vicente Dávila, Próceres Trujillanos, Pág. 189. En los Escritos del Libertador, Tomo IV, pág. 281, se dice que había nacido en Barcelona.
170. Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 142
171. Ibídem, Tomo IV, Pág. 281
172. Ibidem, Tomo VII, Pág. 372
173. Véanse sus datos más ampliados en la obra Próceres Trujillanos de Vicente Dávila, Pág. 95 y ss.
174.  Ibidem
175.  Ibidem.
176.  Idem
177.  Artículo de Necrología. Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 210
178. Manuel Barrios Freites, la Batalla de Araure, Pág. 4. El nombre realmente es Planes, y no Planas como se ha tomado.
179.  Artículo de Necrología. Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 210. Sobre el Combate de Pantenero, véase el Boletín N° 35 del Ejercito del Libertador, Ibídem, Tomo VI, Pág. 138
180. Ibídem, Pág. 8
181. Carta a José Félix Ribas al Libertador, el 4 de julio de 1813, Ibidem Tomo IV, Pág. 351
182. Ibídem, Tomo V, Pág. 216.
183. Véase el Boletín N° 19 del Ejército Libertador, Ibídem, Tomo V, Pág. 215
184. Ibídem. Pág. 321
185. José de Austria, op., cit., Pág. 338
186. Dtos en Escritos del Libetador, Tomo VII, Pág.  192
187. Vicente Dávila, op., cit., Pág. 104
188. Escritos del Libertador, Boletín del Ejército N° 20. Tomo V. Pág. 232
189. Rafael Urdaneta, op., cit., Pág. 38
190. Datos en Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 234, además puede verse la obra de Lino Iribarren Celis titulada: “Vida militar del prócer Andrés Linares” Trujillo-Venezuela 1960
191. Vicente Dávila, op., cit., Pág. 108
192. Eleazar López Contreras, op., cit., Pág. 55
193. Boletín N° 7 del Ejército Libertador, Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 90
194. Ibídem, Tomo X, Pág. 286
195. Ibídem. Tomo XI, Págs. 29-30
196. Boletín N° 17 del Ejército Libertador, Ibídem, Tomo V, Pág. 184
197. Ibídem, Tomo VI, Pág. 200
198. Véase Discurso pronunciado por Bolívar en el Convento de los Religiosos Franciscanos el 2 de enero de 1814, Ibídem, Tomo VI, Pág. 8
199. Ibídem, Tomo V Pág. 184
200. Boletín N° 25 del Ejército Libertador, Ibídem Pag. 320
201. Boletín N° 17 del Ejército Libertador, Ibídem Pág. 184
202. Boletín N° 25 del Ejército Libertador, Ibídem, Pág. 320
203. Ibídem, Tomo IV, Pág. 363
204. Rafael Urdaneta, op. cit., Pág. 36
205. Véanse Escritos del Libertador, Tomo IV, Pág. 363
206. No debe confundirse a éstos, con el prócer trujillano Antonio Nicolás Briceño, apodado “El Diablo” Véase Boletín de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela N° 258, abril – junio de 1982
207. Vrgilio Tosta, op., cit., Pág. 19
208. Manuel Barrios Freites, La Batalla de Araure, Pág. 2
209. Ramón Azpurúa Biografía de Hombres Notables de Hispanoamérica. Pág. 444
210. Sobre esta familia de García de Sena puede consultarse el Tomo VII de los Escritos del Libertador en la Nota N° 7, Págs. 320-321
211. Ibídem, Tomo V. Pág. 137
212. José de Austria, op., cit., Pág. 336
213. Virgilio Tosta, op. cit., Pág. 67
214. Datos en Escritos del Libertador, Tomo V, Pág 16
215. Boletín N° 17 del Ejército Libertdor, Ibídem, Pág. 184  
216. Sobre sus ascensos véase el documento en Ibídem, Tomo V. Pág. 191
217. Ibídem, Tomo IX, Pág. 163
218. Ibidem, Tomo IV, Pág. 184
219. Ibídem, Tomo IV, Pág. 319
220. Manuel Barrios Freites, La Batalla de Araure, Pág. 3
221. Boletín N° 25 del Ejército Libertador. Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 321
222. Ibidem, Tomo VI, Pág. 8
223. Ibídem, Nota 24 del Documento N° 565
224. Ibídem, Tomo V, Pág. 171
225. José de Austria, op., cit., Pág. 336
226. Datos en Escritos del Libertador, Tomo V, Pág. 89
227. Ibídem, Tomo V, Pág. 298
228. Boletín N° 29 del Ejército Libertador, Escritos del Libertdor Tomo V, Pág. 36 y ss.
229. Vicente Lecuna, op., cit., Pág. 166
230. Datos en Escritos del Libertador, Tomo VI, Pág. 91
231. Ibídem, Tomo V, Pág. 320
232. Idem
233. Manuel Barrios Freites, La Batalla de Araure, Pág. 5
234. Alocución a la Municipalidad de Caracas el 2 de enero de 1814

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